El Sahel, franja de África del Oeste que incluye Senegal, Gambia, Mauritania, Malí, Níger, y parte de Burkina Faso, Nigeria, Chad, y Camerún, es una de las zonas más expuestas al hambre del planeta.

A pesar del crecimiento económico de la región más de la mitad de su población vive aún bajo el umbral de la pobreza y servicios básicos como la educación, sanidad o agua y saneamiento siguen siendo insuficientes.

La mayoría de estos países ocupan los últimos lugares en la lista de Desarrollo Humano de Naciones Unidas. Burkina Faso, Chad, Malí y Níger forman parte de lo que el economista Paul Collier bautizó como El Club de la Miseria.

En los últimos años, el impacto en las comunidades de sus vulnerabilidades crónicas y las crisis recurrentes se ha visto agravado por las consecuencias de conflictos y violencia que se ha regionalizado, afectando a más de 20 millones de personas.

Unos 150 millones de personas viven en la región del Sahel. De ellos, 30 millones se enfrentan a una situación de inseguridad alimentaria, es decir, una quinta parte de la población de la región.

Las organizaciones humanitarias calculan que unos 12 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria en el Sahel a lo largo del 2017.

Naciones Unidas calcula que serán necesarios 2.600 millones de dólares a lo largo de este año para salvar vidas y aliviar el sufrimiento de esos 12 millones de personas.

4,7 millones de niños menores de 5 años ya sufren desnutrición aguda en la región del Sahel. De ellos, 1,3 millones la sufren en su forma más grave, la desnutrición aguda severa.

Estas cifras significan que 1 de cada 5 niños del Sahel sufre desnutrición aguda.

La situación en la región ya ha llevado a desplazarse de sus hogares a 4,9 millones de personas.