Media docena de ciudades de Turquía, Grecia, Líbano, Jordania o Italia, separadas por el idioma y la distancia, están unidas por un objetivo común: mejorar las condiciones de los menores refugiados no acompañados que cada día llegan a sus calles. Este es el tema que han discutido durante dos días los alcaldes de varias ciudades receptoras de refugiados que han participado en Viena en la tercera Conferencia Internacional de Alcaldes, que se clausuró ayer.

El principal problema con el que se encuentran los consistorios, la administración más cercana al problema migratorio, es identificar a los menores que viajan solos, ya que en muchas ocasiones llegan con personas que dicen ser sus padres pero que, en realidad, son solo sus acompañantes.

Europol informó el año pasado de que unos 10.000 niños refugiados habían desaparecido tras su llegada a Europa y, según los datos de la conferencia, muchos menores refugiados tienen problemas psicológicos, como estrés postraumático, que requieren de atención especializada que no se suele prestar.

Según explicó el primer teniente de alcalde de Atenas y responsable de los asuntos de inmigración y refugiados, Lefteris Papagiannakis, los niños refugiados suelen ser enviados a Europa con una misión: ganar dinero para enviarlo a casa o conseguir instalarse en un país e intentar la reunificación familiar. «Esa es una idea equivocada. Desgraciadamente, cuando entras en Europa, no puedes traer a tu familia de fuera del continente, es imposible», agregó.

Los menores no acompañados que llegan a Grecia son trasladados a casas de acogida o campos de refugiados, o bien son retenidos a la espera de que la justicia decida dónde pueden instalarse, proceso que puede durar mucho tiempo.

Cuando empezó la crisis de refugiados, en el 2015, alrededor del 70% de los niños que llegaban solos a Grecia abandonaban los centros para irse a otro país, por lo que otros jóvenes podían ocupar su lugar.

Sin embargo, ahora se quedan en Grecia porque se han cerrado las fronteras y es «mucho más complicado moverse», afirmó Papagiannakis.

El teniente de alcalde criticó también la falta de apoyo que, asegura, recibe su país de la Unión Europea (UE), que les exige ser solidarios con los refugiados, pero también les limita los recursos con los programas de austeridad. «Tenemos que ser solidarios con los refugiados, pero cuando nosotros pedimos solidaridad (a la Unión Europea), la respuesta es que estamos en un programa de austeridad y tenemos que seguir las reglas», reprobó.

Muchos de los refugiados que llegan a Grecia, y la mayoría de los que lo hacen a Turquía, Jordania o Líbano, proceden de Siria, un país asolado por más de cinco años de guerra civil.

En Líbano destaca el gran absentismo escolar de los menores refugiados, donde cerca de 180.000 niños no van al colegio, un aspecto que el Gobierno libanés quiere solucionar, afirmó Ali Mattar, alcalde de la ciudad libanesa de Sahel El Zahrani.

Lo importante es intentar ofrecer a los refugiados, niños y adultos «una nueva dignidad», que les permita poder comenzar una «nueva vida» lejos de sus países en guerra, concluyó el alcalde de la ciudad italiana de Pozzallo, Luigi Ammatuna.