LAS PATRONAS DE VERACRUZ ES UNA ORGANIZACIÓN DE MUJERES QUE TOMA SU NOMBRE DE LA LOCALIDAD MEJICANA EN LA QUE DESARROLLA SU TAREA HUMANITARIA

EN EL 2015, ESTAS VOLUNTARIAS CUMPLIERON DOS DÉCADAS DE LABOR

EN 20 AÑOS HAN ATENDIDO A CERCA DE UN MILLÓN DE MIGRANTES IRREGULARES EN SU RUTA HACIA EEUU

PRESTAN ASISTENCIA ALIMENTARIA Y SANITARIA A LOS POLIZONES DEL TREN DE MERCANCÍAS CONOCIDO COMO "LA BESTIA"

--En el 2015, se cumplieron veinte años del nacimiento de Las Patronas. ¿Cómo nació esta iniciativa y quiénes la pusieron en marcha?--Se empezó en 1995. Como mujeres de fe, fue nuestra anunciadora, nuestra santa patrona, quien realmente inició todo esto, como si fuera un plan que hubiera concebido para nosotras. Fue ella quien nos inspiró y nos dijo que teníamos que organizarnos para ayudar a la gente que venía padeciendo esa situación.Esto ocurrió cuando fuimos descubriendo de manera espontánea que las personas que llegaban en La Bestia --el tren de mercancías en el que los sin papeles de Centroamérica atraviesan Méjico como polizones hacia EEUU-- venían con hambre.

sin papeles

--¿Cómo deciden pasar de ser meras observadoras a la acción?--El detonante fue el día en el que dos hermanas, que atravesaban la vía a diario para comprar pan y leche, se cruzaron con un tren del que asomaron unos jóvenes que les pidieron de comer. Hasta entonces, teníamos la idea de que la gente que viajaba en La Bestia eran mejicanos que lo usaban como transporte porque nadie les cobraba. Pero volvieron a toparse con otro grupo de viajeros que les pidió lo mismo, y con otro más.Además, les llamó la atención su acento extraño. Aquello hizo que empezáramos a indagar quiénes eran, de dónde venían y por qué viajaban en un tren de carga. Somos campesinas y no teníamos ni idea de lo que estaba pasando en Centroamérica.

--¿Qué ocurrió al descubrirlo?--Lo primero que nos planteamos fue cómo podíamos darles agua y comida, y elegimos un cambio de vías donde los trenes se detienen, a diez minutos de donde vivimos. A la vez fuimos descubriendo que eran gente de Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala que viajaban a EEUU porque allá no había trabajo.Con los años, el flujo de viajeros fue aumentando, a la vez que crecía el número de los que también huían de la violencia en sus países. Deseábamos que aquello no nos pasase a nosotros. Pero nos alcanzó muy rápido y eso nos animó a seguir en la lucha.

--¿Qué asistencia les prestan?--Empezamos con el agua y la comida pero enseguida incorporamos la salud. Muchas veces se caen del tren, quedando lastimados o mutilados, y tuvimos que aprender poco a poco. También damos acompañamiento a las personas que sufren agresiones o cuyos derechos son violados cuando se deciden a denunciarlo. Junto con la Comisión de Derechos Humanos, trabajamos para que cada persona pueda obtener una visa --visado-- humanitaria para que pueda proseguir su camino sin ningún problema.

--Al trabajar con inmigrantes irregulares, ¿se han visto salpicadas por algún problema con la Justicia?--Tan pronto se fue conociendo nuestra labor empezamos oír que estábamos ayudando a delincuentes, porque eran ilegales, y que no teníamos ni idea de a qué nos íbamos a tener que enfrentar. Por supuesto, cuando empezamos no lo sabíamos, pero cuando nos dijeron que podíamos estar cometiendo un delito, investigamos por nuestra cuenta y vimos que, como nada pedíamos a cambio, sino que dábamos parte de lo que nosotras teníamos, no estábamos cometiendo falta alguna porque el delito es lucrarse con el tráfico de personas, no ayudarlas. Así, empezamos a conocer las leyes de inmigración y decidimos pedir colaboración a letrados para intentar hacer bien las cosas.

--En 20 años, ¿han observado algún cambio en el perfil de los viajeros?--Cuando empezamos siempre eran hombres jóvenes pero, a partir sobre todo del 2010, al tiempo que aumentaba el flujo de personas que escapaban de la violencia, empezaron a sumarse las mujeres. A partir del 2011 empezamos a ver a familias completas con niños y muchas mujeres con embarazos muy avanzados.En el 2014 se dio el problema de la frontera sur, un plan que supuestamente iba a ayudar a los migrantes pero que acabó haciéndoselo más duro porque aumentó la violencia en contra de ellos. Se vieron obligados a buscar rutas alternativas para llegar caminando, atravesando ríos o montañas, porque en las vías principales es donde se ven más expuestos.

--¿Qué solución plantean ustedes para evitar esos trayectos peligrosos?--Sería una visa temporal para que estas personas puedan ir a trabajar y regresar a su país. La mayoría de quienes están yendo ahora a Canadá es con visas temporales por 6 u 8 meses; trabajan y regresan con sus familias para ayudar en las labores del campo. Logran la oportunidad de un trabajo pero sin abandonar del todo su país ni a sus familias. Y no se exponen a morir en el trayecto.Sería una buena política porque el dinero que trajeran consigo estos emigrantes también sería fuente de empleo en sus países de origen. Pero lo único que hacen los estados es poner más obstáculos en sus fronteras.

--¿Cuentan con financiación o el respaldo de alguna institución pública?--Nosotras nos dedicamos a dar charlas en las universidades y a la sociedad civil, y a través de ellas intentamos convencer a la gente para que se sume y viva la experiencia de compartir con quienes menos tienen.Hasta ahorita hemos conseguido todo a base de donaciones de víveres y de trabajo voluntario, y de varias fundaciones que nos han ido apoyando económicamente con los gastos para poder seguir con esta labor, como la gasolina y el mantenimiento de la camioneta y el gas para cocinar.El resto lo buscamos a través de las redes sociales y de los grupos que nos han venido apoyando. No contamos con ningún tipo de financiación pública. Somos un grupo de mujeres que no estamos conformes con una situación concreta y que nos hemos unido para apoyar al hermano migrante. Lo único que hacemos es tratar de sumar a más gente que quiera ayudar. Y, quienes se deciden, lo hacen de corazón.