-El Ayuntamiento de Sádaba está celebrando el Día de la Mujer desde este sábado. La programación arrancó con un encuentro de asociaciones de mujeres de las Cinco Villas. ¿Qué importancia tiene este tipo de entidades en el medio rural?

-Fue la mejor manera de comenzar los actos por el Dia de la Mujer. Estas asociaciones realizan una gran labor dinamizadora en nuestros pueblos, y ponen de manifiesto la importancia de la participación de la mujer en el mantenimiento del medio rural. Sobre todo en los pueblos, el papel de la mujer estaba relegado al ámbito familiar y privado, y con el asociacionismo se han creado unas redes locales que nos permiten elaborar estrategias de acción conjuntas y vías de participación social de las mujeres en el ámbito público.

En el caso de Sádaba, por ejemplo, su asociación de mujeres, Muskaria, está detrás de muchos de los eventos que se organizan, y han colaborado activamente en la programación del Dia de la Mujer.

-En Sádaba, durante los actos programados estos días, se abre la ludoteca municipal. Pero, en los pueblos más pequeños, ¿hasta qué punto dificulta la conciliación la falta de servicios para la infancia?

-Los bajos índices de natalidad dan lugar a que nuestras escuelas se vacíen progresivamente, y cada vez es más difícil mantener determinados servicios, como las guarderías. Esto nos obliga a desplazarnos a otras localidades más grandes y dedicar más tiempo a esas actividades, con el problema de la conciliación horaria, y eso nos sitúa en desventaja respecto a la ciudad.

En Sádaba todavía podemos mantener el servicio de guardería, y también se recuperó el servicio de comedor para la escuela de infantil y primaria. Los fines de semana, y en puentes y vacaciones escolares, tenemos ludoteca. Sabemos que aún así no se resuelven los problemas de conciliación en su totalidad, pero las administraciones tenemos que estar siempre al servicio de nuestros ciudadanos, y en el medio rural intentar paliar, en la medida de lo posible, las desventajas que nos crea el ser más pequeños que la ciudad.

-La diferencia en la tasa de desempleo en nuestro país al cierre del pasado era año de un 20% entre las mujeres frente al 17% masculino, según cifras del INE. Pero, ¿lo tienen aún más difícil las mujeres del medio rural para encontrar un trabajo?

-El hecho de que la mayoría de las empresas se sitúen en poblaciones grandes y en los polígonos de las grandes ciudades dificulta el encontrar empleo en el medio rural. Esto afecta a hombres y mujeres, y tiene como resultado el éxodo de la población al medio urbano que nos lleva a la despoblación de los pequeños municipios, que será siempre nuestro principal problema. A las mujeres rurales se nos suma en efecto el hecho de que la mayoría de nuestros pueblos basen su economía en el sector agrícola y ganadero, un sector mayoritariamente de hombres, y en el que las escasas mujeres que trabajan en él lo hacen por iniciativa privada.

-Además, la brecha salarial refleja que las mujeres reciben un 18,8% menos de retribución media en España que los hombres, según Eurostat. Esa falta de independencia económica, sumada a otros factores como la presión social propia de los núcleos pequeños, donde todo el mundo se conoce, ¿complica las cosas en los casos de violencia de género? ¿Qué dificultades añadidas encuentra la mujer rural para ponerse a salvo de su agresor, en caso de sufrir violencia intrafamiliar?

-La independencia económica es fundamental para que la mujer se sienta libre y pueda emanciparse de su agresor. Por esto es importante que la mujer pueda incorporarse al mercado laboral con empleos dignos que le permitan mantenerse a ella y a sus hijos en el momento en que decide alejarse del núcleo familiar que la amenaza. De ahí la barrera que supone la brecha salarial, porque a veces ni teniendo un empleo se abandonan las situaciones de pobreza. En el medio rural, el hecho de que los núcleos sean pequeños, hace mucho más difícil el comenzar de nuevo, porque si uno de los dos no abandona el municipio se hace muy complicado el mantener las órdenes de alejamiento, por ejemplo. Psicologicamente, para la mujer rural, la situación será mucho más difícil y le costará más dar el paso a su liberación.

-¿Cuáles son, a día de hoy, los principales obstáculos para la igualdad real de género en el medio rural aragonés?

-Otro de los grandes problemas del medio rural es el envejecimiento de la población. El aumento de la esperanza de vida, unido a la baja natalidad, hace que en la mayoría de los hogares exista alguna persona en situación de dependencia. La falta de determinados servicios en los núcleos pequeños y la crisis económica que azota a muchas familias, hace que sean los propios familiares los que atiendan al dependiente. Y que sea la mujer, en la mayoría de los casos, la que asuma el rol de cuidadora. Esto dificulta su acceso al mercado laboral fuera del hogar y condiciona su independencia económica, lo que ya la sitúa en situación de desigualdad frente al hombre.

-Frente a todas estas dificultades, ¿cree que las mujeres rurales cuentan con alguna ventaja frente a las de la ciudad, en términos de igualdad de género?

-Aquí podríamos volver al inicio de la entrevista, al tema del asociacionismo. Las relaciones que se establecen entre las mujeres en los pueblos, desde mi punto de vista, distan mucho de las que se establecen en las grandes ciudades. La cercanía en nuestras relaciones nos llevan a entendernos más, y creo que formamos vínculos más estrechos. Esto, a la hora de unirnos en asociaciones, facilita mucho más las cosas. Y, además, nos sentimos más valoradas porque estamos presentes en casi toda la vida pública de nuestro pueblo.

-¿Qué medios o servicios serían necesarios para garantizar la igualdad de género en el medio rural aragonés?

-Son necesarias políticas de empleo activas que nos ayuden a paliar el paro femenino y, sobre todo, el empleo precario que se concentra en gran medida en sectores ocupados mayoritariamente por mujeres. Los planes de formación deben llegarnos también al medio rural, pues la formación es fundamental para poder ocupar puestos de trabajo de calidad que nos permitan la independencia económica que nos lleve a la libertad plena. También hay que prestar todas las ayudas necesarias para aquellas emprendedoras que deciden trabajar y vivir en sus pueblos. Es necesario desterrar el rol de que el trabajo productivo de la familia lo hace el hombre, y el de la mujer es una ayuda o sustento para la economía familiar.