La palabra refugiado/a es de las que más ha estado en boca de todos estos dos últimos años. Hemos descubierto una realidad a las puertas de Europa, en los mares que nos rodean y cómo múltiples conflictos obligan a sus gentes a desplazarse para salvar sus vidas o en busca de un futuro digno. Desgraciadamente, este problema no es nuevo.

Los lugares de procedencia de estas personas son muchos, algunos de ellos muy mediáticos, y otros, como es el caso del Sáhara, mucho menos. Extraña en muchos casos su desconocimiento, a pesar de ser una antigua colonia española hasta hace bien poco, el año 1975.

Fue en ese fatídico año para los saharauis, 1975, cuando abandonamos nuestra colonia sin cumplir los procesos descolonizadores que se habían acordado en Naciones Unidas. Este abandono provocó una guerra que terminó en el año 1991 con el compromiso de la realización de un referéndum de autodeterminación que hoy, más de 25 años después, no se vislumbra en el corto plazo.

Esta cruenta guerra entre el Frente Polisario y Marruecos, y la conocida como marcha verde, en la que miles de colonos marroquíes fueron a poblar el Sáhara Occidental, provocó que la población civil, huyendo también de las bombas lanzadas por la aviación marroquí, se viese obligada a refugiarse en la vecina Argelia, con la firme esperanza de que al concluir la guerra podrían regresar a sus casas.

Y aquí estamos, más de 40 años después, con más de 200.000 personas viviendo en campamentos de refugiados esperando una solución de la comunidad internacional que nunca pasa de las promesas a los hechos.

Dentro de este contexto, en los años 80 se decidió buscar un parche para la población más vulnerable en los conflictos, los niños y niñas. De esta manera nació el programa de acogida Vacaciones en Paz, que en estos años ha logrado que, durante al menos dos meses, miles de niños y niñas saharauis vengan a España de vacaciones.

En Aragón, fuimos de las primeras comunidades autónomas en participar en el programa, gracias a cientos de familias que de manera solidaria han acogido a los menores durante los dos meses de verano. Durante su estancia, los menores pasan revisiones médicas, mejoran de manera importante su alimentación y consiguen algo muy importante para su pueblo, que con su presencia aquí no se nos olvide la causa saharaui.

En la actualidad, cinco entidades gestionamos en Aragón el programa con la colaboración de distintas administraciones públicas y la delegación saharaui: ASAPS en el Bajo Aragón, Lestifta en Teruel, Alouda en Huesca y Umdragia y Arapaz en Zaragoza. Muchos son los esfuerzos de todas, año tras año, para sacar a delante un proyecto tan complejo. Pero, como decimos en muchas ocasiones, el gran trabajo no es el nuestro, es el de las personas que deciden dar el paso acogiendo en verano y sin las cuales no sería posible darles a estos niños y niñas un verano completamente diferente.