Con el bombazo del anuncio del posible fichaje del exprimer ministro francés Manuel Valls como candidato a la alcaldía de Barcelona aún caliente, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, pidió ayer a los suyos comprensión para incorporar otros muchos «independientes» en las candidaturas de las autonómicas y municipales del 2019, próxima meta de los naranjas para conseguir gobiernos territoriales y de ahí, escalar hasta la Moncloa.

En el primer encuentro nacional de la formación, que reunió en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) a la Ejecutiva y a los 17 comités territoriales, Rivera argumentó que para cosechar los primeros puestos en los comicios se requiere «talento», ya que Ciudadanos no puede ser «un PSOE o un PP cualquiera», sino «una reformulación de lo que tienen que ser los partidos del siglo XXI».

Para ello, el pilar de Ciudadanos, aseveró, debe seguir siendo la lucha contra la corrupción y la regeneración democrática, como punta de lanza y antítesis frente al bipartidismo. «Populares y socialistas -exclamó- están encantados de taparse mutuamente la corrupción durante décadas, y de que no se cambie ni una coma».

En este punto, insistió en que su formación política debe conjurarse para ganar al «inmovilismo» del «muro rojo y azul», que en su opinión bloquea las reformas naranjas, necesarias para España. Y si no hay ningún tipo de cambio, avisó, los populistas y nacionalistas «tienen el caldo de cultivo para ganar las elecciones».

Frente a ello, erigió a Ciudadanos, partido al que las encuestas actuales otorgan como favorito en muchas plazas, como el «único cortafuegos» contra la corrupción, los grandes desafíos populistas de Europa y el bipartidismo.

La seguridad de Rivera fue contrarrestada por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, quien avisó a Ciudadanos de que «en política no se puede estar a los dos lados del balancín».