Nuevo cisma interno en Podemos, en esta ocasión, por la línea que mantiene la dirección sobre la crisis en Cataluña. El malestar corría por los corrillos desde hace semanas y ha estallado este miércoles en el Congreso cuando la diputada Carolina Bescansa, una de las fundadoras del partido, ha explicitado su crítica al planteamiento de la cúpula. A su juicio, Podemos ha asumido en exceso las tesis independentistas y ha olvidado su naturaleza de proyecto estatal.

“Todo el mundo sabe que me gustaría un Podemos que le hablase más a España y hablase más a los españoles, no solamente a los independentistas y hay muchas personas en Podemos que sienten lo mismo que siento yo”, se ha desmarcado, subrayando que su opinión no es la de un verso libre, sino una corriente nutrida en las filas podemistas. El primero en apoyarla tras su declaración ha sido el también cofundador Luis Alegre.

FUNDADORA VS MONTERO

Se da la circunstancia de que Bescansa fue destituida como vocal de la comisión Constitucional el lunes y relevada por Irene Montero. La diputada viene manifestando desde hace tiempo en reuniones orgánicas y en artículos sus diferencias con la línea marcada por la cúpula podemista.

“Nos hemos olvidado de contar que no respaldamos ni vamos a respaldar la independencia de Catalunya ya sea por la vía unilateral o la vía bilateral”, ha insistido.

Montero se ha negado a confirmar la relación entre las discrepancias de Bescansa con su destitución en la comisión y ha eludido confirmar si la corriente crítica con la posición de Cataluña es mayoritaria o no. "Respeto la opinión de Carolina Bescansa, no voy a decir nada más a ese respecto", ha alegado, amparada en que, según afirma, el mandato de Vistalegre 2 (cuando el pablismo tomó el control absoluto) implica que los disensos internos no deben ser transmitidos a la prensa sino debatidos con discreción en los órganos del partido.

MALESTAR INTERNO

La reflexión de Bescansa, a la entrada de la sesión de control al Gobierno en el Congreso, ha disparado la preocupación en la dirección podemista, que intenta desde hace días aplacar el malestar interno generado desde que en septiembre iniciase un giro respecto a su posición en Cataluña para situarse en un discurso más amable con el independentismo y que atribuye el grueso de la responsabilidad al Gobierno. Las quejas han llegado desde los dirigentes morados en los territorios, pero también se han transmitido protestas desde la estructura estatal del partido.

Además del malestar interno, PP, PSOE y Ciudadanos han lanzado duras críticas contra Podemos por hacer de “altavoz del independentismo” en el Estado.

El cúmulo de críticas propició el enésimo giro podemista sobre la posición en Cataluña la semana pasada y la cúpula pasó de centrar el grueso de las críticas a Mariano Rajoy a repartir cargas entre Gobierno y Puigdemont. Esta nueva línea se plasmó este lunes en una carta que Pablo Iglesias envió a sus bases para explicar cuál es el discurso morado sobre la crisis catalana y en la que se critica por igual la declaración unilateral de independencia y la respuesta gubernamental.

JUNQUERAS Y EL GIRO DE IGLESIAS

El vaivén podemista sobre la posición en Cataluña ha sido sustantivo. Iglesias señaló en julio que no participaría en el referéndum. Se oponía, entonces, a la posición mantenida por el líder de Podem en Cataluña, Albano Dante Fachin, más empático con el movimiento independentista. El desencuentro desembocó en un tenso conflicto en el que el dirigente catalán señaló a Iglesias por haberle pedido que dimitiese. La dirección salió a desmentirle, en agosto, y el conflicto escaló.

La tensión se evidenció en la Diada, el 11 de septiembre. Iglesias no estuvo con su secretario general, sino en un acto al margen, organizado por sus socios catalanes, los 'comuns' en Santa Coloma de Gramenet y desde allí reclamó una Cataluña "libre y soberana". Poco después, enmendó sus declaraciones del verano y reconoció que no debería haber opinado sobre el referéndum, puesto que él no es catalán.

El giro entre la posición que Iglesias mantenía a principio de verano y la asumida a partir de septiembre se produjo tras la tensa cena que mantuvo en Barcelona con el 'vicepresident' Oriol Junqueras y el líder de los 'comuns' Xavier Domènech, a iniciativa del republicano, tras los atentados en Barcelona y Cambrils de agosto. Después de las peticiones de Junqueras para que apoyase el 1-O, el jefe podemista dulcificó su discurso.