El PP empezó ayer la campaña electoral interna, un proceso inédito en la formación conservadora que se inicia sin un favorito claro. Con la renuncia del que parecía el relevo natural de Mariano Rajoy, Alberto Núñez Feijóo, el pódium entre los seis candidatos lo ocupan María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado.

Los tres repiten estos días los mismos verbos: «renovar», «abrir» el partido, «escuchar» a las bases… Los afiliados, que por primera vez participarán en la elección del próximo líder del partido, deberán decidir quién puede representar ese nuevo ciclo que el partido necesita abrir tras una década marcada por los casos de corrupción.

Tomarán la voz el próximo 5 de julio. Ese jueves, los militantes que se hayan inscrito previamente (antes del lunes 25, a las dos de la tarde) podrán votar. Los dos candidatos más respaldados pasarán a la segunda ronda, en la que los compromisarios escogerán al presidente del Partido Popular en el congreso del 20 y 21 de julio.

Cospedal lanzó su campaña en Barcelona. Ya sin el corsé de exministra de Defensa, se desmarcó de las maniobras del Ejecutivo de Rajoy para frenar el procés. Arropada por un centenar de militantes y por su portavoz de campaña, la exministra Dolores Montserrat, procuró, sin mencionarla, mermar la figura de Santamaría, que estuvo al frente de la estrategia durante el conflicto en Cataluña.

CONTUNDENCIA / Comentó que los populares decidieron esperar al PSOE y Ciudadanos «para sumar más» y resolver «un conflicto de Estado, y no de partido», pero admitió que «le hubiese gustado aplicar antes» el artículo 155. Reveló que era una de las que apoyó una intervención en TV-3 por ser un «aparato secesionista y de creación de odio».

No escatimó críticas a Pedro Sánchez, aunque reservó para el Gobierno catalán su mejor dardo: «Si ETA no consiguió romper la unidad de España, tampoco lo van a conseguir Puigdemont ni Torra», enfatizó la exministra de Defensa. Su alegato final le sirvió para emplazar a sus contrincantes a «cuidar el partido», con el ruego de no producirle «fracturas ni heridas» que «no se puedan coser».

Santamaría se fue a Málaga a abrir la campaña. La exvicepresidenta tiene en Andalucía a Juan Manuel Moreno, uno de los barones territoriales que la apoyan de manera más clara en esta carrera. Dijo que se presenta no solo «para ganar el congreso» del partido, sino porque cree que puede «ganarle las elecciones a Pedro Sánchez». Se permitió un minuto de nostalgia al admitir que «echa de menos» el tiempo en el que «la primera, la segunda o la tercera llamada del día» era la de Rajoy.

A VUELTAS CON EL MÁSTER / Por su parte, Casado se fue hasta La Coruña, donde pudo aparecer junto a Feijóo. El presidente de la Xunta ya ha dejado claro que acompañará a todos los aspirantes que se acerquen a su tierra. En un encuentro con la prensa, Casado no pudo evitar las preguntas sobre su máster e insistió en que son «informaciones interesadas». «Mi candidatura no gusta a la izquierda porque sabe que daré la cara sin complejos contra sus propuestas y contrapondré lo que hemos hecho bien», aseguró.

Casado ha sido objeto de polémica por la propaganda que ha hecho llegar a algunos afiliados cuando aún no se había iniciado la campaña. La comisión organizadora ha recibido denuncias de militantes a los que les llegó información de esta candidatura en sus móviles. Los servicios jurídicos del PP analizarán si el postulante ha hecho mal uso de las bases de datos que custodia la dirección del partido o si solo tenía esos números «por amistad».