A solo 30 kilómetros en línea recta de la frontera de Siria, la misión española más amplia en el exterior continúa con su principal objetivo: garantizar la estabilidad en la frontera del Líbano con Israel después de la guerra del 2006 y ayudar a las fuerzas de seguridad libanesas a ser más autónomas. Los más de 600 militares y guardias civiles que en estos momentos componen el contingente ya no oyen las explosiones de Siria como ocurría en 2015. La famosa “calma tensa” con la que los diplomáticos se refieren a la situación en el país del cedro se mantiene casi como un milagro en una de las zonas más convulsas del planeta. “Es una pequeña isla de estabilidad en la región aunque la seguridad ya no tiene fronteras”, dijo la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, este miércoles ante el grueso de las tropas durante una visita a la Base Cervantes en Marjayun.

Cospedal agradeció a los militares y guardias civiles su labor para garantizar “la seguridad de las familias españolas”. La ministra se reunió por la mañana con el primer ministro libanés, Saad Hariri,ante el que revalidó el compromiso de España con la misión y destacó la “tarea tan solidaria” del país con los refugiados sirios. Según las fuentes, en estos momentos hay entre un millón y un millón y medio de personas viven en el Líbano en asentamientos informales tras huir de la guerra.

En la actualidad 10.578 personas, la mayor parte militares, de 40 países diferentes están desplegados en la franja que la ONU abrió en 2006. Los soldados españoles están en el sector este, en el que también hay 1.900 efectivos de Brasil, El Salvador, islas Fiyi, India, Indonesia, Nepal y Serbia. Y todos bajo mando de un brigada español.

LIMPIAR EL TERRITORIO DE EXPLOSIVOS

La principal labor es patrullar los 736 kilómetros cuadrados para evitar cualquier actividad hostil y limpiar el territorio de “artefactos de guerras anteriores”, según explica el sargento Navarro, de la brigada de infantería mecanizada Guzmán el Bueno de Córdoba. Las rondas, de unos 60 y 80 kilómetros por patrulla, se hacen durante las 24 horas del día. Para el brigada Bujalance, de los TEDAX, es la cuarta vez en el Líbano y ha vivido en primera persona la diferencia entre el número de explosivos (granadas, cohetes, proyectiles de artillería, minas…) que se encontraban a su paso los soldados en sus misiones de reconocimiento en 2009 y ahora. Hace ocho años, la intervención de estos especialistas era diaria. “En cambio ahora la situación es totalmente diferente y, además, el Ejército libanés ha ido asumiendo estas tareas poco a poco”, afirma frente a uno de los dos robots de desactivación con los que cuenta el Ejército español en Marjayun y junto a su compañero, embutido en un traje de desactivación de explosivos (37,5 kilos más los 4 del casco).