La víctima de las presunta violación en grupo de los sanfermines de 2016 ha afrontado este martes el duro interrogatorio de los abogados defensores de los jóvenes de ‘la manada’ que han pretendido desacreditar su versión para sostener la tesis de que las relaciones sexuales fueron consentidas. Más de tres horas ha estado respondiendo también al fiscal, las acusaciones populares y a su abogado en la jornada clave que marcará el devenir del juicio iniciado el pasado lunes en Pamplona.

La joven madrileña, de la que solo se conoce la inicial C., y que tenía 18 años cuando ocurrieron los hechos y ahora 20, ha llegado a las 9.36 horas de la mañana acompañada por su padres y un tía en un furgón policial que ha entrado a la Audiencia Provincial de Navarra por el garaje. Estaba "tranquila" en esos momentos, según fuentes jurídicas.

La familia había pedido que pudiera declarar por videoconferencia para proteger su intimidad y su estabilidad psicológica pero el tribunal estimó necesaria su presencia en la sala el día del interrogatorio. A cambio decretó que toda la vista oral se celebrara a puerta cerrada, sin medios de comunicación ni público, para preservar la intimidad de la chica pero también la de los acusados evitando “la indeseada e indeseable exposición pública aireando aspectos relativos a su intimidad corporal y vida sexual” que pertenecen a la esfera personal.

Sin los acusados

Los cinco acusados, además, han tenido que salir de la sala durante la declaración, que han seguido por un monitor de televisión. El inicio de la declaración se ha demorado porque el tribunal se retirado a deliberar sobre la petición de uno de los letrados de la defensa para que se pudieran visionar durante el interrogatorio los vídeos de los hechos grabados por los acusados en el escenario del delito, el descansillo de la segunda planta de un portal de Pamplona.

Pese a que el fiscal se ha opuesto, el tribunal ha autorizado el visionado pero al final la víctima se ha ahorrado el mal trago porque durante su turno de preguntas ninguno de los defensores lo ha pedido.

El abogado de tres de los acusados, Agustín Martínez Becerra, ha explicado a la salida que no lo han considerado "necesario" y que el interrogatorio había ido "bien", se entiende, que para sus intereses. El tribunal también ha exigido a los letrados discreción total sobre las respuestas de C.

Ventanas empapeladas

Las medidas con las que se está protegiendo tanto a la denunciante son tan estrictas que han incluido empapelar las ventanas de la sala de vistas que dan al exterior para que no se pueda captar desde fuera imágenes de lo que sucede dentro.

De la coherencia del relato que haya mantenido C. depende en buena parte la decisión que vayan a tomar los magistrados. La otra pieza clave son los vídeos. Se grabaron siete que suman un total de 96 segundos. Los expertos que han analizado las grabaciones describen que la chica está completamente inmóvil y con los ojos cerrados, siendo tratada como un objeto inanimado.

La joven aseguró ante la Policía la obligaron a entrar en el portal cogiéndola de los brazos mientras "el chico del reloj le tapaba la boca". Luego contó que los chicos le arrancaron la riñonera y el jersey. "Me rodearon entre todos y uno me dijo que le hiciera una felación. Otro me cogió por detrás, me bajó los leggins y me penetró", sostuvo.

La pareja que la consoló

Después de la víctima, ha declarado la pareja que la noche del siete de julio del 2016 se la encontró llorando en un banco, la consoló y llamó a la policía porque uno de los presuntos agresores le había robado el móvil.

Para la jornada de este miércoles se ha programado la declaración como testigos de cuatro policías municipales y tres agentes de la Policía Foral.

El tribunal extrema las garantías para los acusados

La primeras del decisiones que ha tomado el tribunal que juzgará la presunta violación grupal parecen inclinar la balanza hacia las máximas garantías para la defensa de ‘la manada’. Si este martes decidía admitir que se obligase a la víctima a ver el vídeo de los hechos, el día anterior había aceptado que se utilizara como prueba durante la vista oral el informe de un detective encargado por los familiares de uno de los acusados sobre la vida familiar y social de la víctima. Un documento que, al parecer, demostraría un comportamiento para nada compatible con el profundo shock postraumatico que sufriría la joven según los informes psicológicos.

Unas semanas atrás, el tribunal, formado por dos hombres y una mujer, ya había admitido que los presuntos agresores declararan después de la víctima, algo poco frecuente porque se tiende a dar la última palabra a esta para que pueda responder a la versión de los acusados. Rechazaron, en cambio, que el caso de otra presunta agresión sexual cometida por los jóvenes con anterioridad pudiera formar parte del juicio.