Dos años al frente del Ayuntamiento de Barcelona han convertido a la alcaldesa de esta ciudad en una ‘rara avis’ en la política catalana, que no deja indiferente a nadie. En este sentido, navega entre dos aguas, sorteando todos los obstáculos y tratando de quedar bien con todos, hasta el punto de dar la impresión de que está por encima del bien y del mal. Sólo desde ese punto de vista se puede entender que se negase en redondo a ceder locales municipales para los colegios electorales del referéndum del 1 de octubre, pero que el mismo día en que los negaba, anunciara que había llegado a un acuerdo con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para que los barceloneses puedan votar.

Para muchos, es la cuadratura del círculo pues en la actualidad gobierna con 11 concejales en un Consistorio de 41 y con el único apoyo de los cuatro ediles del PSC.