En el último mensaje difundido por su partido, Oriol Junqueras, desde el Centro Penitenciario Madrid VII, pedía a los suyos que escucharan con atención al periodista crítico con el independentismo Xavier Sardà -con quien se vio ayer-, y, también, con el quehacer del juez Pablo Llarena. El obligado cierre de filas con Joaquim Torra, por aquello de tener que respaldar a quien Carles Puigdemont propusiese, sería más o menos lo contrario de lo que reclamaba el líder. O en parte. Porque la principal proridad de ERC era que hubiera Govern. Y eso está al alcance.

Cierre de filas, pues, del portavoz Sergi Sabrià con Torra, pero con algún mensaje adicional. El republicano, al glosar las futuras excelencias de una República catalana, señaló también que en ese Estado «no se mirarán los orígenes» de nadie. Una afirmación inocua, pero que a la luz de la polémica generada sobre los tuits de Joaquim Torra, cabe no soslayar.