El Parlament, la comisaría de los Mossos en la plaza de España, un hotel del Port Olímpic, una sinagoga y una librería judía se encontraban entre los objetivos que estaba manejando la célula yihadista desarticulada por la policía catalana en abril del 2015 en Terrassa, Sabadell, Sant Quize del Vallés, Valls y Barcelona. A la operación se le bautizó con el nombre de Caronte. La Fiscalía de la Audiencia Nacional reclama para sus 10 miembros una pena de entre 19 y los siete años de prisión por integración o colaboración en organización terrorista, según el escrito al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO.

La acusación pública sostiene que a principios del 2014 fue creada la célula yihadista autodenominada Fraternidad Islámica. Estaba formada por un grupo de personas residentes, principalmente, en Terrassa. La componían marroquís y españoles convertidos al islam. La infiltración de un mosso fue clave para detener a sus integrantes.

El fiscal destaca que el grupo captaba y adoctrinaba jóvenes en el "salafismo combatiente", promoviendo "el uso de la violencia para la instauración de un califato único mundial basado en la Sharia (ley islámica)”. A la vez, se preparaba para la comisión de atentados. La organización tenía un logotipo con el que identificarse y en sus textos figuraba no solo este sello, sino también la firma “Ujuwwatun Islamiah” (Fraternidad Islámica). La organización, según la acusación, “compartía los mismos objetivos y fines que la organización terrorista del Estado Islámico”. Sus acciones se enmarcan “en la denominada yihad global”, fomentando“una interpretación totalitaria y extrema” de la ley islámica.

ESTRUCTURA JERARQUIZADA

La célula de Terrassa y Sabadell tenía una “estructura piramidal” y estaba liderada por Lahcen Zamzami y Rida Hazem, ambos de nacionalidad marroquí, y Antonio Sáez Martínez (Aali), para los que el fiscal exige 19 años de prisión. Estos tres cabecillas son considerados los ideólogos y se encargaban, entre otras cosas, de adoctrinar a los adeptos, “despreciando a aquellos que desarrollan una visión pacifista de la religión".

El grupo se reunía en la vía pública al salir de la mezquita de Terrassa, en centros religiosos de Sabadell y Barberà del Vallés y en domicilios o en locales comerciales, como la peluquería que regentaba Sáez. En estos encuentros se hacían tareas de adoctrinamiento y se debatía de la posibilidad de realizar atentados en España o ir a Siria o Irak para unirse al Estado Islámico. Y no sólo se hablaba, sino que se visionaban vídeos propagandísticos.

La fiscalía detalla que el 13 de septiembre del 2014 se produjo una reunión de varios miembros de la célula en la peluquería de Sáez en Barberà del Vallés en las que éste propone perpetrar un atentado en España. También asegura que tiene un contacto que podría conseguirle explosivos. Para financiar la operación, planteó secuestrar a una directora de una sucursal bancaria. Este procesado adquirió, incluso, productos químicos para la fabricación de explosivos caseros para hacer pruebas.

PREPARANDO EXPLOSIVOS

El escrito de acusación subraya que Sáez, realmente, es quien aportaba a los miembros de la organización los “medios necesarios para imbuirse en la ideología del salafismo combatiente”. En esta labor le respaldaban, eso sí, los otros dos cabecillas de la red, quienes se encargaban de “vigilar la estricta observancia del yihadismo”. Los acusados llegaron a recorrerse Barcelona en coche en busca de objetivos sobre los que atentar. Hicieron hasta fotografías. Y a uno de ellos se le encontró sacos vacíos de productos químicos y a otro una nota manuscrita de instrucciones de cómo fabricar un explosivo.

Como consecuencia del proceso de adoctrinamiento, A. Ch., en situación de rebeldía, fue el primero de la célula que en abril del 2014 se desplazó a una zona conficto, en concreto Irak. Otros tres miembros de la organización intentaron meses después desplazarse a Siria. Salieron de Barcelona en coche destino a este país y al llegar a la frontera de Bulgaria con Turquía, fueron detenidos.