Pedro Sánchez mostró ayer el escaso efecto que tienen sobre su Gobierno las feroces críticas del PP por su actitud dialogante con la Generalitat. Los populares aprovecharon su pregunta al presidente en el Senado para acusarle de «legitimar» a los «golpistas», mientras el líder socialista insistió en sus recetas territoriales. Las resumió en tres palabras: «Ley, diálogo y convivencia». En la misma jornada de martes, simbólica para Cataluña, su ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell -que se encontraba de visita de trabajo en Estrasburgo (Francia)- lamentó que el independentismo haya «secuestrado» el Onze de Setembre y haya «privado» a los ciudadanos catalanes no independentistas de manifestar su sentimiento hacia su tierra. En este contexto, también comentó la situación de los políticos soberanistas encarcelados y admitió que, «personalmente», preferiría que el juez «considerase otras medidas de precaución para evitar la fuga, que tomara otra clase de medidas que no fuese la prisión incondicional». Por razones obvias sus palabras ante la prensa tuvieron eco inmediato en Barcelona y Madrid.

La portavoz del Govern, Elsa Artadi, no tardó en comentar sus declaraciones y aprovechó para reclamar de nuevo la libertad de los presos si «hasta» el titular de Exteriores se muestra contrario a la cárcel preventiva. «Que todo el mundo tome nota, da la razón a aquello que reclamamos desde hace muchos meses», apuntó.

En los pasillos del Congreso y en la línea contraria, el nuevo secretario general del PP, Teodoro García Egea, cargó contra Borrell por considerar que el Gobierno central está rompiendo la unidad de todos los españoles con tal de «no molestar» a ERC y PDECat, los partidos que auparon a Sánchez a la Moncloa, informa Pilar Santos. Según el número dos de Casado, el jefe de la diplomacia española está intentando «contentar a los socios que le pusieron de ministro» y con ellas se olvida de los intereses de los ciudadanos y de la igualdad de todos los españoles ante la ley, «que es la batalla que se está librando en Cataluña». En Ciudadanos, Juan Carlos Girauta afeó al ministro que se permita la libertad de hablar de «sus preferencias personales» cuando lo que se está dirimiento es la situación de los dirigentes soberanistas.

Por su lado, el jefe del Ejecutivo incidió en la actitud actual del PP. Sobre todo, en comparación con la que tenían los conservadores hace apenas 100 días, cuando Mariano Rajoy estaba en la Moncloa.

«Cuando el PP está en la oposición, siempre ocurre lo mismo. El sentido de Estado brilla por su ausencia. Ustedes van a impregnar la vida política de dudas, de sombras, de preguntas capciosas», denunció el presidente, acusando al partido que lidera Pablo Casado de «dividir» la sociedad.

Ignacio Cosidó, el nuevo portavoz del PP en el Senado, le acababa de preguntar por «el proyecto xenófobo y excluyente de [Quim] Torra y [Carles] Puigdemont». «¿En qué términos va a entablar diálogo con Torra? ¿Cuáles son los límites? ¿Qué referéndum propone usted? ¿Qué precio ha pagado usted por llegar a la Moncloa y hasta dónde está dispuesto a llegar para seguir siendo presidente del Gobierno?», le dijo Cosidó, para quien «el diálogo con los golpistas es un tremendo error». Primero, porque «solo sirve para fortalecerlos, legitimarlos y envalentonarlos». Y después, porque «no lo merecen».