Fue prolífico ante el juez y había ciertas expectativas de que en el Congreso pusiese en marcha el ventilador por la financiación irregular del PP. No lo hizo. Francisco Granados se blindó este martes en su soberbia y no soltó prenda. El que fuera mano derecha de la Esperanza Aguirre y que hace un mes implicó a la presidenta madrileña Cristina Cifuentes en la caja b del PP, no añadió una coma a lo que había declarado ante los tribunales. Respondió con desprecio a los diputados de la comisión de investigación que le interrogaron. Se enzarzó en rifirrafes envueltos en desdén. Se negó a contestar a Bildu. Y demostró que, para no aportar nada, había preparado a fondo su comparecencia. Más que defenderse atacó: zurró a cada portavoz en la herida que más iba a doler.

Granados evitó abundar en lo declarado ante el juez y se parapetó en el “respeto” a la investigación judicial para no aportar más datos contra Cifuentes o el PP. Cuando le preguntaron por qué sugirió al magistrado que llame a declarar a la presidenta madrileña respondió que así como investigada podrá “salvaguardar mejor sus derechos” y que lo hizo “sin ánimo de atacar ni criminalizar absolutamente a nadie”. No añadió una palabra más sobre Cifuentes, a pesar de que a la entrada en el Congreso un secretario judicial le notificó la citación por la querella presentada por la presidenta tras que la incriminase. y desvinculó la trama Púnica de la financiación del PP.

Ante todo, Granados defendió su inocencia. Se presentó como la “víctima de un error”, "no de un complot", y negó haber sido pieza clave en la financiación irregular de un partido en el que ha militado treinta años y al que dice desear lo mejor. “Jamás he visto un solo euro de dinero negro en mi partido, ni a nivel regional ni estatal, ni esos sobres a los que ustedes se refieren de manera recurrente”, aseguró.

Defendió las cuentas de los populares en Madrid y aseguró que si hay una deuda pública abultada es debido a las elevadas inversiones en sanidad y educación.

Zascas para todos

Más allá de apagar el ventilador contra el PP, repartió estopa portavoz a portavoz. Cuando el representante de Podemos, Íñigo Errejón, le preguntó a qué atribuía su caída en desgracia dentro del partido, respondió con cinismo. “Cosas de la política. ¡Qué le voy a contar a usted, señoría!”, disparó.

También cargó contra el portavoz de Ciudadanos, Toni Cantó, por sus preguntas incisivas. “Con dos insultos más le garantizo a usted un puesto en las listas para las próximas elecciones”, espetó.

A las cuestiones de ERC planteadas por Esther Capella respondió atacando la financiación del ‘procés’ y la huída de Carles Puigdemont a Bruselas. Al diputado de Bildu ni le contestó. Granados permaneció mirando el móvil mientras le preguntaba, en vano.