Pablo Iglesias se encontró este miércoles con el portazo del Congreso a su candidatura como presidente alternativo a un Mariano Rajoy que salió satisfecho por la derrota de los “extremistas”. Sin embargo, consiguió abrir una rendija a una nueva expectativa que amortigua su fracaso: un posible acuerdo con el PSOE. El jefe podemista se acercó al escaño del portavoz socialista, José Luis Ábalos, y le estrechó la mano tras su intercambio en el debate. Buscaba una imagen que alimenta la esperanza de una mayoría alternativa que logre poner fin al Gobierno del PP.

Iglesias quiere que ese entendimiento cristalice en otra moción de censura antes de Navidad, impulsada por PSOE, Podemos y los independentistas. Los socialistas agradecieron el tono y el gesto, pero echan el freno. Quieren acuerdos en el Parlamento para aprobar leyes progresistas y revocar las más dañinas de Rajoy, pero Pedro Sánchez no trabaja de momento con la hipótesis de encabezar una moción de censura al PP.

PACTOS SOLO PARLAMENTARIOS

El secretario general del PSOE está convencido de que Rajoy buscará alargar la legislatura para que se diluyan los escándalos de corrupción y él necesita algún tiempo para cohesionar a su propio partido tras el desgarro orgánico y emocional del último año. Además, no cree en esa mayoría alternativa con las fuerzas soberanistas que propone el jefe morado. Con esa tesis de fondo, el discurso de su portavoz fue cristalino. Pactarán con Iglesias políticas de izquierdas, pero la desconfianza que sienten hacia el partido morado y la propia aritmética parlamentaria les impide ir más allá.

Ábalos leyó un informe interno de Podemos que describe los peligros que supone la vuelta de Sánchez y defiende la moción como mecanismo para dañar a los socialistas. El de Vallecas no lo negó y se afanó por mostrar su disposición a superar errores del pasado. “Estamos dispuestos a ser todo lo generosos que toque”, concedió.

C’S COMO LÍMITE

Generosidad, sin embargo, que tiene las mismas fronteras que hace un año: el pacto con Ciudadanos. Iglesias quiere aAlbert Rivera fuera del acuerdo con socialistas e independentistas. El portavoz del PSOE frenó su ímpetu. “Tengo claro que Ciudadanos no está a la izquierda, pero hay momentos en los que hay que sumar y abrir escenarios. Es lo que hicimos en la Transición. Yo defendí como militante del PCE los Pactos de la Moncloa”, advirtió.

Fue un debate de guante blanco que rebajó la tensión que había dejado en la atmósfera del hemiciclo la discusión a cara de perro con Rivera. La empatía que exhibían tiempo atrás los líderes de la nueva política se ha evaporado. Se enzarzaron en un cruce de desprecios que pareció una bronca monumental hasta que llegó el turno del PP y todo quedó entonces en una pelea de niños comparado con la sarta de improperios que masculló su portavoz, Rafael Hernando. Salió con su tono más provocador, agitó Venezuela y llamó a Iglesias “arrogante”. “Usted nunca será presidente de España. Acepte su fracaso y retire la moción o retírese”, le espetó.

“LA RELACIÓN”

Pero lo que más hirió fue la referencia que hizo Hernando a “la relación” que mantiene con su portavoz, Irene Montero. Las filas moradas protestaron incendiadas y tuvo que intervenir la presidenta del Congreso, Ana Pastor, para imponer paz. O por lo menos silencio. Iglesias respiró y se contuvo. Sabía que el PP iba a tratar de sacarle de sus casillas para que no le sirviera de nada su corbata de diputado formal, ni ese tono calmado que parece haberse autoimpuesto. “Dice usted que España es un gran país. Sin ustedes [PP] lo sería todavía mejor”, señaló para cerrar el debate.

Se llevó el suspenso previsto. 170 votos en contra (PP, C’s), 97 abstenciones (PSOE, PNV, PDECat) y 81 ‘síes’ (Unidos Podemos, ERC, Bildu).

Salió fatigado y en el pasillo (no lo hizo en la tribuna) puso a Sánchez la fecha de Navidad como horizonte para que presente su moción de censura. Si no la acepta, le acusará de mentir a los militantes en las primarias y volverá a reivindicarse como líder auténtico de la oposición.

Desde la acera derecha, Rajoy se congratula del “rechazo” a los “radicales” y “extremistas”. Compara la derrota de Podemos con el fracaso de otras fuerzas ultra en el entorno europeo. Con los Presupuestos aprobados y la censura superada, sus deberes son Catalunya.