A las 21.30 de ayer, los dos principales partidos independentistas, Junts per Catalunya y ERC, y también el socio necesario, la CUP, se mostraron «inclinados» a tirar adelante con el pleno de investidura de Carles Puigdemont, aun cuando el protagonista no se halle en el hemiciclo, según explicaron fuentes soberanistas a este diario. Es decir, los tres partidos, también ERC que había mostrado sus dudas en público y en privado sobre si obrar de esta guisa, optaron anoche y a sabiendas de que hasta las 3 de esta tarde el asunto puede dar mil vueltas, por seguir en el camino de la desobediencia. El doble revés al Gobierno del Consejo de Estado y del propio Tribunal Constitucional (compensado este por el bloqueo preventivo a una investidura de Puigdemont sin estar este presente) decidieron a los republicanos a emprender la vía del pulso.

La incertidumbre era máxima pocas horas antes de que diera comienzo una sesión de investidura en el Parlament que nadie sabe si se acabará celebrando. Puigdemont no ha aclarado si se presentará en la Cámara, aunque a cada minuto parece menos probable. Si no vuelve, todos los focos estarán sobre Roger Torrent: el presidente del Parlament deberá decidir si desobedece y prosigue con la investidura por una de las vías prohibidas por el TC o si aborta el intento por ahora.

CONTROLES ANTI-PUIGDEMONT

Cataluña y todo el Pirineo vivió ayer otra jornada política intensa. El Gobierno escenificó su determinación de que Puigdemont no llegue de forma inadvertida a la Cámara con controles en las fronteras e incrementando la vigilancia policial en torno al Parlamento catalán. El expresidente siguió jugando al despiste, con fotos en las redes sociales que insinuaban que ya estaba en Cataluña.

Pero también se dirigió a Torrent para pedirle «amparo» y que «salvaguarde sus derechos», en un movimiento que añade presión sobre el presidente de la Mesa, que es dirigente de Esquerra.

El TC acordó el sábado que Puigdemont no puede ser investido a distancia, y también que para presentarse en el Parlamento necesitaba antes el permiso del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena. Pero, además, advirtió a los miembros de la Mesa de las responsabilidades incluso penales que afrontarían si desoyeran estas decisiones. Pese a todo, Junts per Catalunya insiste en que la sesión debe celebrarse, y la CUP cree que «no se entendería» una suspensión.

Fuentes independentistas sostenían anoche que ganaba fuerza la opción de la desobediencia. Los soberanistas estarían pensando en invocar el artículo 83.1 del Parlament, que dispone que «cualquier diputado con derecho a hablar puede ser sustituido por otra persona de su mismo grupo», justo después del inicio del pleno. Sería el vicepresidente primero de la Mesa, Eusebi Campdepadrós, quien tomaría entonces la palabra y, acto seguido, leería el discurso de investidura de Puigdemont.

DESCONVOCAR EL PLENO

Los constitucionalistas también presionan a Torrent, pero en sentido contrario. Piden que se desconvoque el pleno y que se halle otro candidato a president. Existen también escenarios intermedios, como que la sesión se suspenda justo después de iniciarse, una vez constatado que el aspirante no está presente, o que Torrent traslade la responsabilidad al conjunto de los diputados.

Esta fórmula, parecida a la que utilizó Carme Forcadell en votaciones trascendentes de la anterior legislatura, provocaría una situación similar a la del convulso pleno del 6 y 7 de septiembre, con continuas peticiones de reconsideración de los constitucionalistas, que tendrían de nuevo todas las de perder. Torrent ya sabe que ese camino entraña riesgos legales para él y sus compañeros de la Mesa.

Junts per Catalunya también registró escritos ante el TC y el Supremo. En el primero, sostienen que las medidas cautelares que impiden una investidura a distancia son «nulas de pleno derecho»; en el segundo, se alega ante Llarena que Puigdemont ya es parlamentario y no necesita «ningún tipo de autorización judicial» para ser investido.

Aunque todo parece indicar que el expresidente no cumplirá con su promesa de campaña de regresar a Cataluña, sí contará hoy con el apoyo de ERC. Si las palabras de Joan Tardà publicadas el domingo, en que afirmó que si había que «sacrificar» a Puigdemont se haría, en aras de acabar con el artículo 155, sembraron dudas en la trinchera independentista, el partido acabó ayer con las especulaciones. Así, Sergi Sabrià, nuevo portavoz en el Parlament, reiteró su apoyo a la investidura de Puigdemont

Y como respuesta a aquellos que vieron en las palabras de Tardà un inicio de flojera de piernas, Sabrià pidió firmeza «ante el embate más feroz que nunca del Estado». Más dicurso disipador de dudas: «No cederemos a las presiones del Estado, nosotros estaremos allí en el Parlament para votar la investidura de Puigdemont».