Jordi Sànchez (Barcelona 1964) es el más político de los activistas y el más activista de los políticos. No en vano, Sànchez conoce de primera mano la vida de los partidos al haber sido un hombre muy cercano a la Iniciativa por Cataluña de Rafael Ribó, al tiempo que su independentismo le abría puertas del espacio soberanista. Sànchez es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona, profesor asociado de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona y ha ejercido la docencia en otras universidades.

Durante diez años, de 1983 a 1993, fue dirigente y portavoz, junto a Àngel Colom, de la Crida a la Solidaritat, el movimiento de activismo catalanista. Allí ya aprendió las técnicas de la movilización social y conoció directamente el mundo soberanista. En la campaña Freedom for Catalonia para internacionalizar el independentismo durante los Juegos del 92 hizo amistad con David Madí, quien posteriormente fue mano derecha de Artur Mas. Sin embargo, hasta su llegada a la ANC, a Sànchez se le asociaba con un espacio político, el de la izquierda catalanista de Iniciativa per Cataluña.

El sucesor de Carme Forcadell al frente de la Assemblea conoce también el funcionamiento de los medios de comunicación porque fue durante ocho años ‘conseller’ de la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió. Y antes de acceder en el 2015 al liderazgo de la ANC, se reencontró con el que fue el líder de ICV, Rafael Ribó, esta vez ya en la institución del Síndic de Greujes, que Ribó sigue liderando y donde Sànchez ejerció de número dos.

Con todos estos mimbres, el actual dirigente de la ANC ha logrado un profundo conocimiento de los mecanismos de la política catalana y una agenda de contactos envidiable.

Su apoyo a Mas

Su llegada al liderazgo de la ANC fue un intento de la entidad por abrirse a sectores del catalanismo más progresista. Pero pronto se vio también que Sànchez no incomodaría, como sí hizo su antecesora, al espacio convergente. El caso más significativo fue cuando, pese a que la dirección de la ANC había apostado por una lista electoral sin dirigentes políticos para concurrir en las llamadas elecciones plebiscitarias del 2015, Sànchez acudió al Palau de la Generalitat y, para sorpresa en especial del líder de Esquerra, Oriol Junqueras, mostró su apoyo a Mas en la idea de una lista conjunta entre Convergència, Esquerra y candidatos independientes. Esta jugada hizo que en sectores de ERC Sànchez fuera y siga siendo visto como un fiel aliado del soberanismo posconvergente de Mas y ahora de Carles Puigdemont.

Su habilidad con los entresijos de la política se vio también cuando, en una asamblea de la entidad, la activista de origen norteamericano Liz Castro fue inicialmente la más votada, pero a la hora de la verdad finalmente fue él quien se llevó el gato al agua y logró repetir mandato en la ANC.

Contactos continuos

Sànchez sabe que la llegada de la independencia no será un camino fácil, pero muestra siempre un gran convencimiento en sus declaraciones públicas y no cesa de mantener contactos presenciales y telefónicos con todos los actores políticos, sociales y mediáticos del país.

Siempre calculador, siempre hábil en sus movimientos discretos y constantes en el escenario soberanista, Sànchez ha logrado hacer suya una entidad nada fácil de pilotar y lo ha hecho no sin choques con su secretariado, su núcleo duro de dirección. El último de ellos fue cuando de la dirección salió un comunicado exigiendo levantar ya la suspensión de la declaración formal de independencia. Algo que enojó a Sànchez y que ya ha sido debidamente limado y corregido, con el estilo discreto pero efectivo de un hombre que durante toda su vida, sea en el activismo de La Crida, en la Fundación Bofill, en el Síndic o en la ANC, no ha parado nunca de hacer política.