Artur Mas protagonizó ayer el que podría ser el primer acto de precampaña de unas elecciones que propone convertir en «la consulta definitiva» para conocer si los catalanes quieren o no la independencia. En una conferencia ante más de 3.000 personas, el president aumentó en varios grados la presión sobre ERC al proponer un plan para alcanzar la independencia en un plazo de 18 meses que, además de tener algunas cartas escondidas (el calendario y el programa electoral, entre otras), queda condicionado a la existencia de una lista conjunta del soberanismo con opciones de obtener la mayoría. Es decir, con Esquerra.

La oferta de Mas consiste en superar «la ideología» y poner por delante de ella «los ideales» para forjar una candidatura mixta en la que los partidos favorables a la independencia y ciudadanos representativos del soberanismo vayan unidos. «Solo avanzaré las elecciones si son para hacer la consulta -aseguró-. Si quieren elecciones para cambiar el Govern o modificar la representación de cada cual en el Parlament, no habrá adelanto».

Dicho de otro modo, o son a la manera de Mas o no habrá elecciones anticipadas. Él es quien tiene la potestad única de convocar a las urnas. Y antes de hacerlo, quiere asegurarse de que haya una candidatura cuya voictoria pueda interpretarse de forma inequívoca como la expresión de la voluntad mayoritaria de los electores de vivir en una Catalunya independiente. Una lista con opciones de lograr por sí sola la mayoría absoluta. Solo así, dijo, la comunidad internacional podría dar legitimidad a este nuevo formato de consulta.

CAPITALIZAR / Que Mas quiere capitalizar el éxito del 9-N quedó claro no solo cuando dedicó varios minutos a elogiar el proceso participativo, sino también por las cuatro referencias que hizo a la querella que ha presentado la fiscalía del Estado contra él, la vicepresidenta Joana Ortega y la consellera Irene Rigau. La última de esta refernecias hizo ponerse en pie al público asistente, en una ovación coronada por gritos de «president, president» e «independencia».

El jefe del Govern puso también condiciones para la confección de esa lista mixta entre partidos y sociedad civil. Como por ejemplo, que todas las personas que acepten ir en la candidatura deben asumir que no podrán repetir como candidatos en las «elecciones constituyentes» que se convocarían pasado un plazo de 18 meses (serían, por tanto, en 2016). Eso, en principio, afectaría también a los políticos que vayan en la lista a propuesta de los partidos, lo que dejaría al líder de ERC, Oriol Junqueras, al margen de la candidatura o fuera de juego en el 2016 (aunque Mas dejó la puerta abierta a que algunos políticos sí repitan).

En tiempos de desafección y corrupción llamó la atención que Mas detallara que la campaña de la lista unitaria la financiaría una fundación al margen de los partidos pero que las subvenciones que obtuviera tras las elecciones se distribuiría entre los partidos que apoyaran la fórmula de Mas.

La tarea de esta candidutura en caso de obtener la mayoría, explicó el president, sería anunciar a la comunidad internacional la voluntad de constituir un Estado en Catalunya y negociar con el Estado español las condiciones. Entretanto, debería acabar de poner en pie las llamadas estructuras de Estado y promover un proceso de participación para preparar «las bases de una futura Constitución catalana». La culminación de estos 18 meses serían unas «elecciones constituyentes» (ya con la participación de los partidos) y un referéndum sobre el Estado propio.

Vino a decir, en definitiva, que ERC debería olvidarse de cuestiones como la lucha contra la corrupción o mensajes de «pobreza cero» en esta campaña electoral y en estos comicios en forma de consulta. Eso, como diría el expresident Pujol, ahora no toca. Y ahí radica buena parte del choque de fondo que enfrenta a CDC y ERC para liderar el independentismo. Además, Esquerra quiere concreción al máximo sobre el camino a la independencia y no quiere oír hablar de más prórrogas.

Y hablando de plazos, cabe destacar que Mas evitó poner fecha a esas elecciones con espíritu de consulta. Eso dependerá de que se cumplan sus condiciones. La principal, la lista conjunta. ¿Ganaría esa fórmula en unos comicios con alta participación? «El 9-N da información y pistas», apuntó el president. Y añadió: «El intento se ha de hacer para ganar».

EL PORQUÉ / Hasta aquí el plan. Pero tan importante como el contenido fue la forma. Un acto solemne en el que Mas, protagonista único, fue ovacionado en varias ocasiones. Por ejemplo, cuando se ofreció para encabezar la lista electoral pero también para ir el último (lo cual, en cualquier caso, también le permitiría ser de nuevo president). Anunció también que si toda esta ruta se cumple y en el 2016 hay elecciones constituyentes, él no repetirá en nombre de CiU. Y apuntó que ahora queda explicar el porqué de la independencia. Tarea, añadió, a la que se dedicará en el 2015, porque quedan muchos catalanes por convencer.

El discurso de Mas, que fue contundente a la hora de criticar la actuación del Gobierno del PP, no sorprendió en la Moncloa. Fuentes del Ejecutivo señalaron que se trata de «un paso más en la deriva independentista» del president, pese a que «la mayoría de los catalanes» no le acompañan en su proyecto, y subrayaron que Catalunya necesita una Generalitat que se ocupe de resolver los problemas de los catalanes y «no de las obsesiones e intereses políticos» del líder de CiU.