Oriol Junqueras cumplió ayer 100 días encerrado en la cárcel de Estremera, mientras que Carles Puigdemont lleva el mismo tiempo conviviendo con una orden de detención en España, pero campando a sus anchas en tierras belgas. Esta significativa diferencia entre los dos líderes independentistas está en la raíz del ya indisimulado desencuentro entre Junts per Catalunya (JxCat) y ERC que mantiene sin pila el reloj de la investidura y, por extensión, de la política catalana. Los republicanos consideran que ya han pagado un precio muy alto por haber pasado el Rubicón de la ilegalidad y no piensan volver a jugarse el tipo. Se lo han dicho a los posconvergentes en privado, pero ahora han decidido apretarles un poco más las tuercas ventilando públicamente el disenso.

Hace pocos días, cuando la líder en funciones de Esquerra, Marta Rovira, convocó para ayer al consejo nacional del partido, las negociaciones con JxCat se habían reactivado y parecía que podía alumbrarse la resolución de «restitución» simbólica de Puigdemont, que debía ser el primer paso para desencallar un proceso de investidura bajo la amenazante lupa del Tribunal Constitucional (TC). Sin embargo, el viernes se torcieron las cosas y Junts per Catalunya decidió tomar el atajo de avanzar a solas hacia una elección a distancia condenada a correr la misma suerte que la DUI.

Por eso, la reunión del máximo órgano entre congresos de ERC sirvió ayer para escenificar el no es no de los republicanos a cualquier fórmula que suponga infringir la orden del TC, lo que significa una negativa a dotar de poderes ejecutivos a Puigdemont. Esquerra no quiere más que un rol simbólico para el candidato de JxCat y un Govern en plenitud de facultades en Cataluña. En palabras de Rovira, un acuerdo «fuerte y firme» que permita «recuperar las instituciones» catalanas (entiéndase, acabar con el 155), y no un acuerdo «a medias». Devolviendo el bumerán al caladero republicano, el exconseller posconvergente Josep Rull interpretó este mensaje de la número dos de ERC como una petición de más tiempo para negociar, y atribuyó las reticencias de Rovira a la «presión extraordinaria y brutal» del Estado. «Dicen que pedimos tiempo, pero lo que pedimos desde hace semanas es un Govern efectivo aquí y que se dejen de inventos», replican fuentes de la dirección republicana, cada vez más irritada con las «ocurrencias diarias» de JxCat para salvar a Puigdemont.

VOLANTAZOS DE JXCAT

Así definen en Esquerra los sucesivos cambios de guion de los posconvergentes, que han pasado de asumir un papel simbólico para el expresident huido de la justicia a esbozar un Consell de la República que gobierne Cataluña desde Bélgica y, de momento como última propuesta, plantear una reforma exprés de la ley de la presidencia de la Generalitat para legalizar una investidura a distancia. Un intento, este último, de sortear al Constitucional que el Gobierno central ya estudia cómo neutralizar y que podría hacer demorar el proceso algunos meses más.

Eso es precisamente lo que ERC cree que desean Puigdemont y los fieles que avalan su estrategia, entre los que no puede incluirse a buena parte del grupo parlamentario de JxCat. Pero además del rol del expresident y del mecanismo de la investidura, a los hasta ahora socios les separan un par de aspectos nada menores: la estructura y la hoja de ruta del nuevo Govern. En Esquerra se quejan de que no ha habido ningún «avance significativo» al respecto. Los republicanos prefieren hacer pocos cambios en la estructura del Ejecutivo para que este pueda empezar a rodar lo antes posible. Y sobre todo, reclaman que las políticas sociales recobren el protagonismo perdido por el tenemos prisa con la independencia.

A JxCat, y a Puigdemont más concretamente, aún le pueden las pulsiones unilateralistas y las grandes proclamas épicas. Este contraste se plasmó ayer en los tuits con los que Puigdemont y Junqueras denunciaron los 100 días de cárcel del segundo. Mientras el líder de ERC pedía como «regalo» la formación de un Govern que fulmine el 155, el expresident clamó por la «libertad» y la «república».