Pasado el ecuador de la campaña de elecciones vascas y gallegas, los partidos se preparan para llegar a las urnas el domingo25 de septiembre y, a tenor de sus resultados, pulir sus posiciones en el complejísimo proceso de búsqueda de un presidente y un gobierno para España. Mariano Rajoy, el líder popular, se ha comprometido con los suyos a no tirar la toalla y a volver a intentar ser investido. Pero a partir del 26-S habrá dos cuestiones que pueden interferir, en mayor o menor medida, en sus intenciones: la primera, que el socialista Pedro Sánchez parece dispuesto esta vez a explorar una mayoría alternativa. La segunda, que últimamente al PP se le han colado en la mochila política un reguero de escándalos que han disparado las alarmas internas, las de la oposición y, lo que es más peligroso para Rajoy, la del partido de Albert Rivera, que afronta ahora con mayor incomodidad la posibilidad de mantener vivo el apoyo al aspirante conservador.

Según fuentes populares, no se llamará formalmente a ninguna puerta de otro partido antes de los comicios en Galicia -donde el PP espera revalidar su mayoría- y en Euskadi, donde aspiran a un modesto puñadito de escaños pero que pudiera ser decisivo para que el nacionalista Iñigo Urkullu garantice la reelección. El PNV cuenta en el Congreso con cinco diputados. Eso significa que si estuviera interesado tras el 26 de septiembre en negociar con los populares uncambio de cromos políticos y, por tanto, a última hora se avalase al líder conservador, podría dejar la investidura de Rajoy a un solo escaño de la mayoría necesaria: 137 votos del PP; 32 de C’s; uno de de Coalición Canaria y los cinco de los peneuvistas.

La otra opción con la sueñan los populares es la abstención del PSOE. Sobre esto, el jefe de los socialistas repite que no se moverá de su “no es no” a Rajoy y que, además, tratará de alumbrar una mayoría “de cambio”. Sin embargo, las voces de algunos barones socialistas que en estos días discrepan públicamente de Sánchez ha hecho albergar esperanzas a los populares que, según explican, creen que toca espera al comité federal del 1 de octubre para comprobar cuán en serio es el pulso interno y para hacer otro ofrecimiento formal a los de la madrileña calle Ferraz.

LA PUGNA CON LA EXALCALDESA

Que el PP haya ocupado en las últimas dos semanas buena parte del espacio mediático dedicado a la corrupción y los escándalos no ayuda a sus cargos a ser optimistas en torno a la facilidad de futuros acuerdos. Siquiera porque también esta semana los del puño y la rosa fueran noticia a raíz de la petición de la fiscalía de 6 años de cárcel para los expresidentes andaluces José Antonio Griñán y 10 de inhabilitación para Manuel Chaves por el caso de los Eres.

Valga como ejemplo que C's tuvo que endurecer su posición (tras titubeos iniciales) y exigir a los populares la dimisión de Rita Barberá después de que el martes el Supremo abriera causa penal contra la exalcaldesa de Valencia, a raíz de su posible implicación en el caso Taula. Influyera o no la presión de los naranjas, el PP se ha visto obligado a entablar una durísima negociación con la enrocada Barberá. Fueron Dolores de Cospedal y Fernando Martínez Maillo los encargados de lidiar con la exregidora, avisándole de que o daba un paso atrás o el partido la expulsaría. Hay distintas versiones sobre si se le llegó a demandar o no que abandonase también el escaño en el Senado. Pero ella no lo hizo. Este escándalo sigue vivoy tanto la oposición como notables dirigentes populares quieren que abandone las Cortes. Formalmente nadie puede retirarle el acta, propia y asignada por designación autonómica. Tampoco el parlamento valenciano, aunque por unanimidad (lo que incluye al PP) le ha solicitado que se vaya. Barberá permanece impasible -de momento- y su gran amigo Rajoy se escuda en que él no tiene "autoridad" sobre quien ya no es militante de su partido.

SORIA, BÁRCENAS Y MATAS

Al caso Barberá se suma el intento gubernamental de colocar a José Manuel Soria en el Banco Mundial. El anuncio de que el dimitido (por mentir sobre los Papeles de Panamá) ministro era el candidato del Ejecutivo en funciones sorprendió al PP, que se enteró sobre la marcha de lo perpetrado por algunos compañeros ‘monclovitas’, mientras el resto de organizaciones políticas, también C's, montaban en cólera. Tras la intervención del propio Rajoy, hubomarcha atrás y el exministro Soria renunció. Pero se seguían exigiendo explicaciones y responsabilidades. Este martes por fin el titular de economía, Luis de Guindos, compareció en comisión parlamentaria. Dijo que la elección de quien fue responsable de Industria fue “técnica” y “discrecional”, en ningún caso política. Y se contradijo sobre los argumentos con los que él y otros compañeros, incluido el presidente, habían defendido hasta entonces una designación escandalosa.

A eso hay que sumar las sospechas que ha levantado el que elextesorero Luis Bárcenas retire, alegando falta de recursos, la denuncia contra el PP por destruir sus ordenadores. Eso, en vísperas de que comience el juicio Gürtel, otra bomba de relojería para los conservadores. Por si era poco, el expresidente balear Jaume Matasha ofrecido a la fiscalía un acuerdo para ‘tirar de la manta’en torno al papel de algunos compañeros de Génova a la hora de amañar la concesión de un hospital público. Todo esto en plena campaña de vascas y gallegas y cuando los populares más interesados están en cuidar su imagen.