Apenas unas horas después de que se difundiera el auto con el que el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ponía fin a la instrucción del caso Gürtel, una de las aludidas en este documento judicial, la ministra de Sanidad, Ana Mato, cogió un coche y se desplazó a la Moncloa. Quería hablar con el presidente del Gobierno. Con «Mariano», como ella llama al que ha sido su compañero de partido desde los años 80. Vistas, oídas y mal digeridas las primeras reacciones a la decisión del magistrado de señalarla como beneficiaria, «a título lucrativo», de la red corrupta que trabajó mano a mano con su exmarido, Jesús Sepúlveda, durante largo tiempo (ofreciendo suculentos cohechos a cambio, según parece), Mato quiso volver a poner su futuro político en manos de su jefe.

Ya lo hizo en febrero del 2013, cuando llegó a los medios de comunicación un informe de la Unidad de Delincuencia Fiscal y Económica (UDEF) que apuntaba que uno de los cumpleaños familiares celebrado en casa de la ministra - concretamente, el del confeti- y varios viajes de los que se beneficiaron ella y sus hijos habían sido pagados por la trama de Francisco Correa. Aquello le afectó obviamente en lo profesional, pero también en lo personal. Y quiso arrojar la toalla. Entonces Rajoy decidió aguantar el tirón y apoyar a Mato, creyendo que se le achacaban injustamente las consecuencias de las corruptelas de quien fue legalmente su cónyuge más tiempo del que en realidad duró su relación. Pero la cita de ayer en Moncloa fue diferente y terminó más o menos en despedida, porque la afectada va a continuar como diputada del PP.

SIN MARGEN DE MANIOBRA

En vísperas de un debate sobre corrupción en el Congreso en el que el Gobierno se juega su credibilidad, Rajoy ya no tenía margen para aguantar dimes y diretes o exigencias de dimisión que eclipsaran completamente su plan de regeneración. De ahí que su respuesta, según explicaron fuentes cercanas, se pudiera resumir en un «Ana, esta vez, sí».

El resultado de esta conversación se plasmó indirectamente en un comunicado que vio la luz a las 19:45 horas. «He decidido presentar mi dimisión como ministra de Sanidad. No quiero, bajo ningún concepto, que mi permanencia en esta responsabilidad pueda ser utilizada para perjudicar al Gobierno de España, a su presidente o al Partido Popular», apuntaba el escrito remitido desde el ministerio. La titular de Sanidad -la misma que, hace unas semanas y sin demasiados apoyos internos, se vio obligada a capear la crisis del ébola supervisada de cerca por la vicepresidenta del Ejecutivo- dedicó ayer unos párrafos de su comunicado de despedida a agradecer a Rajoy, así como a sus compañeros de Consejo de Ministros y del partido, «la confianza» depositada en ella.

No obstante, Mato quiso encabezar el texto oficial con el que confirmaba su adiós reivindicando su inocencia. Siempre ha defendido, entre líneas en público y con más claridad en privado, que ella no fue depositaria de la mayor parte de regalos que hipotéticamente le llegaron a través de su exmarido. Y que desconocía el origen oscuro, o al menos eso sostiene, de aquellos de los que efectivamente disfrutó o que exhibía sin disimulos el propio Sepúlveda, como el ya célebre Jaguar. «El auto [del juez Ruz] en ningún caso me imputa ningún delito ni me atribuye responsabilidad penal alguna . Señala que no he tenido conocimiento de ningún delito que se haya podido cometer», recalca la hasta ayer responsable de Sanidad. Asimismo, Mato incide en que el instructor del caso Gürtel se limita a comunicarle «la resolución a efectos meramente civiles» como consecuencia de su situación familiar «en el momento en el que supuestamente se produjeron los hechos».

"HONROSA" DECISIÓN

Es probable que Mato haga aún alguna declaración pública para sortear la presión de los medios. Es esperable, dada la relación que ambos mantienen desde hace décadas, que Rajoy tenga algún gesto público con la que ha sido su ministra de Sanidad durante tres años (a diferencia de lo que ocurrió con Alberto Ruiz Gallardón, que se fue tras la retirada de la ley del aborto sin el reconocimiento de su jefe). Anoche, el vicesecretario general del PP, Carlos Floriano, elogiaba la «honrosa» decisión de Mato y le agradecía el trabajo desempeñado en el Gobierno y en el partido «con absoluta lealtad». Su sustitución oficial no llegará por motivos de agenda de Rajoy y del Rey hasta, al menos, el próximo miércoles. Mientras tanto, asumirá la responsabilidad del ministerio Soraya Sáenz de Santamaría. Una vez más. Pero el verdadero interés de los conservadores está en pasar esta página cuanto antes y dedicarse a airear las medidas anticorrupción que hoy se anuncian. No será tarea fácil. El juez Ruz dice que Mato se lucró, sí, pero también el PP. Ese PP en el que manda Rajoy.