Hubo un tiempo en el que las primarias parecían la solución a todos los problemas del PSOE. Los dirigentes socialistas se llenaban la boca con ellas, pero cuando llegaron, en julio del 2014, no arreglaron nada. Las ganó un diputado casi desconocido y con fama de neoliberal llamado Pedro Sánchez, a quien los barones más importantes ayudaron para derrotar a Eduardo Madina. Pocos meses después, le retiraron su apoyo. Ahora, tres años después de todo aquello, cuando el PSOE ha cosechado sus peores resultadosy se ha abstenido ante el PP para evitar otras elecciones, ya nadie cree que las primarias de este domingo (en las que un Sánchez distinto al de entonces se mide a su antigua madrina, Susana Díaz) vayan a curar un partido roto.

La fractura interna es tan profunda, y el resultado se anticipa tan ajustado, que el vencedor, sea el exlíder socialista o la presidenta de la Junta (pocos creen que el tercero en discordia, Patxi López, vaya a superar el 10% de votos de los 187.949 militantes), no tendrá ni laautoridad ni el margen de maniobra suficiente para enfrentarse a esta situación.

Lo que tendrá, seguro, es a la mitad del partido en contra. Si gana Díaz, los críticos serán en su mayoría militantes de base y alcaldes de poblaciones modestas, que en esta campaña han personificado la abstención en la andaluza, a quien han llamado "golpista", "mafiosa" y "fascista". Si sale elegido Sánchez, no solo tendrá enfrente al amplio número de simples afiliados que secundan a su rival, sino también a los líderes territoriales más importantes (todos los presidentes autonómicos salvo la balear Francina Armengol) y a los principales referentes históricos: de Felipe González a José Luis Rodríguez Zapatero, pasando porAlfredo Pérez Rubalcaba y José Bono.

UN COLECTIVO HETEROGÉNEO

En un principio, tras el dramático comité federal del 1 de octubre, en el que Sánchez se vio obligado a abandonar el liderazgo al comprobar que estaba en minoría, todo parecíadiseñado para que Díaz tomase el relevo. Sus partidarios son mayoría en la gestora que gobierna el partido de forma interina (empezando por el presidente, Javier Fernández, y el portavoz,Mario Jiménez), así como en las altas esferas socialistas, donde los 'susanistas' forman un colectivo heterogéneo. Ni ven en la presidenta andaluza el revulsivo que necesita el PSOE (todavía menos en términos electorales, dado el deterioro de su imagen) ni tienen gran cosa en común, más allá de estar en contra de Sánchez, a quien consideran un dirigente volátil, responsable de los 85 diputados cosechados el pasado junio y capaz de casi cualquier cosa con tal de ostentar el poder.

Las cartas señalaban a Díaz. Su equipo estaba convencido de que solo había que dejar pasar el tiempo para que se disipara entre las bases el recuerdo de la abstención y el cetro socialista cayese sobre ella, pero nada de eso se ha mostrado cierto. Sánchez, que empezó la campaña como un aspirante casi marginal (algunos dudaban incluso de que fuese capaz de reunir los avales necesarios), ha sabido explotar el relato de su presunto martirio, convirtiéndose por el camino en un dirigente distinto al que fue: mucho más de izquierdas y dispuesto a dar pasos arriesgados en el plano territorial, donde aboga por reconocer a Catalunya como nación.

Los partidarios de la presidenta de la Junta, cuya campaña se ha basado en la idea de que ella sí "gana elecciones" pese a que lasencuestas le sitúan por detrás de Sánchez entre los simpatizantes del PSOE, han intentado sin éxito destruir este relato en los últimos días, y ahora mismo, más allá de la propaganda de unos y otros, nadie se atreve a anticipar quién va a ganar. Tres son los factores que pueden determinar el resultado. Por un lado, la participación en Andalucía, donde reside casi la cuarta parte de los afiliados socialistas. Por otro, el comportamiento del PSC, cuyos afiliados, en principio, se volcarán con Sánchez. Y por último, el porcentaje de votos que logre López, a quien la extrema polarización de esta campaña ha dejado en un rincón. Un histórico dirigente dice sentir "lástima" por el exlendakari, "uno de los escasos referentes que quedaban". Nada ni nadie se salva del desgarro en el PSOE.