Pese a que el nuevo presidente del Parlament, Roger Torrent, pronunció el miércoles un discurso en el que parecía bajar el tono de enfrentamiento con respecto a la legislatura pasada, Carles Puigdemont no va a poner fácil la vuelta a una cierta normalidad institucional. El expresidente de la Generalitat, que sigue en Bélgica, pidió ayer que se le permita votar por delegación en la sesión de investidura, prevista para final de mes.

El movimiento pone en un brete a Torrent y a los miembros de la nueva Mesa, que deberán decidir si permiten que Puigdemont pueda pronunciarse a distancia en ese pleno. Si lo hace, es seguro que comenzarán los recursos ante el Tribunal Constitucional, porque tanto el Gobierno como los partidos no independentistas ya han anunciado que no lo permitirán. La decisión se tomará en principio en la próxima reunión del órgano, prevista para el próximo martes.

Tanto el informe de los letrados del Parlamento catalán como el auto del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena afirman que el expresidente no puede participar en los debates. De hecho, Llarena distingue entre la situación de Puigdemont y la de los diputados encarcelados -Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sànchez-, que sí votaron por persona interpuesta en la sesión de constitución de la Cámara del miércoles. En aquella ocasión, los miembros del anterior Ejecutivo catalán desplazados a Bélgica no pidieron la delegación de voto, porque la mayoría independentista para elegir a la nueva Mesa no corría peligro.

Pero con la investidura es diferente, y Puigdemont y los otros dos miembros de su Ejecutivo de Junts per Catalunya instalados en Bélgica, Lluís Puig y Clara Ponsatí, registraron ayer la petición en el Parlament. Explicitan que delegan su voto en Jordi Turull.

La petición de delegación de voto es un indicio de que Puigdemont no tiene previsto volver a Cataluña si no es ya investido president, como ha confirmado su entorno a la BBC. Sin embargo, y aun en el caso de que la Mesa aceptara la idea y superase los escollos legales, aún no se ha aclarado si el expresidente buscaría explicar su programa por videoconferencia o si intentaría que otro diputado independentista lo hiciera por él.

Torrent se reunirá en los próximos días con Puigdemont en Bruselas, una iniciativa que ya ha provocado las críticas de Ciutadans. Sin embargo, ese encuentro queda formalmente fuera de la ronda de contactos que el presidente del Parlamento, de ERC, emprendió ayer con representantes de todos los partidos. El PSC, los comuns y el PP se han mostrado rotundamente en contra de que el expresidente opte a la investidura.

«GRAVÍSIMO ERROR» / Quizás las palabras más significativas son las de Xavier Domènech, porque su grupo, Catalunya en Comú, se sitúa en algunas cuestiones entre los dos bloques. Pero el miércoles dijo que no votarán ni a Puigdemont ni a ningún otro candidato de Junts per Catalunya, y también se mostró en contra de que se le permita delegar el voto.

Miquel Iceta (PSC) también trasladó a Torrent que sería un «gravísimo error» investir al expresidente o permitirle delegar el voto, y Xavier García Albiol (PP) pidió al independentismo que presente a otro candidato. La CUP puso el acento, más que en el nombre del nuevo president, en que «materialice la república». El presidente del Parlamento concluirá hoy los contactos con JxCat, Cs y ERC.