Pocas veces se ha visto en política un acto de defenestración tan severo como el vivido ayer en el seno del espacio posconvergente. El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, consumó la decapitación de una de las pocas personas que le plantaban cara y cuestionaban sus exigencias en el PDECat: Marta Pascal. Una joven política que se encontró hace dos años casi de rebote con el liderazgo de una nave con graves problemas de deterioro y que ha sufrido durante este periodo los ataques internos de las familias que quedaron fuera del poder en el cónclave del 2016. Desde ayer, el expresident, a través de sus fieles, controla ya esa nave y lo hace con un único objetivo: finiquitarla y subsumirla en su nuevo proyecto de confluencia independentista: la Crida Nacional per la República.

A media tarde, tras un día de intensas negociaciones en el que Pascal se resistía a dar su brazo a torcer, finalmente la hasta ahora coordinadora general tiraba la toalla. Lo hacía tras saberse que el cabeza visible de los críticos puigdemontistas y alcalde de Molins de Rei, Joan Ramon Casals, también renunciaba a estar en la nueva ejecutiva que hoy ratificará la asamblea. Y tras saber que prosperaba un texto de los críticos a favor de integrar al partido en la Crida sin matices.

Pascal comparecía brevemente -sin aceptar preguntas y tras recibir una ovación de decenas de asociados en los pasillos del cónclave- y no se mordía la lengua: «No puede ser que la coordinadora general no tenga la confianza del president Puigdemont. Y yo no la tengo, como es evidente, como se ha visto y como es obvio». Pascal defendía su gestión en tiempos difíciles, «orgullosa» de la tarea realizada, y anunciaba que había pedido a su número dos, David Bonvehí, y al resto de su equipo, que se mantengan en la nueva dirección: «Para seguir construyendo el partido en el que creemos». Una manera, quizás, de decir, que se dará batalla interna por no diluir al PDECat en la Crida.

Tras este anuncio, quedó despejada la confección de una nueva dirección ampliada, en la que Bonvehí ocupará la presidencia del partido y la diputada en el Congreso -y fiel a Puigdemont- Míriam Nogueras será la vicepresidenta. El resto es una combinación de representantes de las distintas familias del partido, pero sin un cabeza visible que haga sombra a Puigdemont.

Poco antes de esta comparecencia de Pascal, los críticos ganaban una significativa batalla. En la ponencia política se incluía casi por unanimidad la decisión de llamar a los asociados a integrarse a la Crida Nacional per la República que promueve Puigdemont. Además, se creará una comisión para moldear este proceso de confluencia. Y se decidía que cualquier acuerdo de esta comisión deberá ser ratificado por todos los asociados.

PACTO INTEGRADOR IMPOSIBLE / El encargado de defender esta propuesta -que solo contó con una abstención- fue otro hombre de confianza de Puigdemont, el alcalde de Valls, Albert Batet. Durante todo el día, la cúpula saliente trató de lograr un pacto integrador con Pascal de coordinadora. Fue una tarea imposible, los lazos estaban más que rotos. El enojo entre los fieles a la hasta ahora coordinadora era evidente. «Ha sido muy cruel», se lamentaban.

En el transfondo del debate, cuestiones de índole no tanto política como incluso personal, como admiten sin dudar algunos de los dirigentes. Todo ello en el contexto de un espacio político, la posconvergencia, que en pocos años ha visto cambiar en diversas ocasiones de nombre (Junts per Catalunya, Democràcia i Llibertat, Partit Demòcrata, PDECat...) y cuya dirección, encabezada por Pascal, ha estado siempre en entredicho por un sector del partido que perdió el cónclave fundacional, y en la que las incompatibilidades han provocado entradas y salidas de dirigentes de la cúpula.

La relación entre Pascal y Puigdemont ha sido distante y discrepante en cuestiones estratégicas como el ritmo de navegación soberanista (Pascal apostaba por una fase de posibilismo; Puigdemont quiere «construir república» y sus fieles han introducido en las ponencias la consecución «inmediata» de la independencia) o la votación de la moción de censura contra Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados.

La gran incógnita ahora es si la fractura evidente en el PDECat se reflejará en el seno de la nueva dirección o, como pretenden los fieles a Carles Puigdemont, todo se encaminará a un proceso de disolución en el seno de la Crida sin nadie que como MartaPascal cuestione al expresidente catalán. Habrá que ver cómo pasan los días y ver en qué evoluciona esta situación de tensión,