Labrada desde las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, la guerra en el PSOE ha estallado este lunes de forma abierta. Losbatacazos en Galicia y Euskadi (donde los socialistas volvieron a perforar su suelo al ocupar la tercera y la cuarta posición, respectivamente) han complicado las cosas a Pedro Sánchez hasta tal punto que ha decicido convocar ya un congreso relámpago, con votación de las bases el próximo 23 de octubre, para intentar mantenerse como secretario general. Mientras tanto, los críticos, un bando al que pertenecen seis de los siete presidentes autonómicos del partido (la única excepción es la balear Francina Armengol), han comenzado a señalar, con expresiones más o menos crípticas, el camino que a su juicio debe recorrer el PSOE: pasa por la dimisión de Sánchez.

Ante esta ofensiva de sus contrarios, el secretario general ha anunciado en la reunión de la cúpula socialista su intención de convocar un cónclave para librar de una vez por todas esa batalla. No está del todo claro que vaya a salirse con la suya. El partido aprobó en abril un documento en el que se comprometía a no celebrar el congreso para elegir a un nuevo líder hasta que se resolviera la gobernabilidad de España. La posición de Sánchez había consistido en defender que primero había que "resolver España y después el PSOE". Pero ahora ha cambiado. El líder quiere levantar esa suspensión, pero se trata de una decisión que debe tomar el comité federal del partido, y los críticos ya han señalado que se piensan oponer en la cita del próximo sábado, que se anticipa explosiva. Los defensores de Sánchez dicen ser mayoría en ese organismo. Sus detractores señalan que al contrario, y ya empiezan a barajar forzar la salida del secretario general y constituir una gestora. En cualquier caso, los movimientos orgánicos también alejan las posibilidades de que el PSOE llegue a un acuerdo con Podemos y Ciudadanos para evitar las terceras elecciones, que ahora se encuentran aún más cerca.

EL PRIMER ACTO DE LA CAMPAÑA INTERNA

Tras la reunión de la cúpula socialista, que ha durado cerca de cuatro horas y en la que varios dirigentes (la exministra Carme Chacón y la presidenta del PSOE, Micaela Navarro, entre otros) han responsabilizado a Sánchez de los malos resultados, el todavía líder ha comparecido. Ha sido su primer acto de la campaña interna que ahora comienza, retratándose a sí mismo como el garante de que el PSOE sea un partido "de izquierdas y autónomo" e identificando a todos sus críticos con la defensa de la abstención con Mariano Rajoy. En realidad, la fractura ya no es tanto esa, pues pocos defienden ya el facilitar la continuidad del presidente en funciones, como el mismo liderazgo de Sánchez después de los malos resultados cosechados en el último año. Aun así, los críticos con Sánchez no han explicado todavía qué quieren hacer exactamente.

"O se apoya a Rajoy, o terceras elecciones o un gobierno alternativo y de cambio. Lo que yo planteo es ofrecer una solución. Si nos abstenemos, el PSOE se posicionará en una posición subalterna respecto al PP. No quiero eso para la izquierda de mi país. Por eso defiendo que hay que intentar una alternativa. Y debemos intentarlo con todas las fuerzas. Lo vamos a intentar. Pero hay otros dirigentes en el PSOE que no piensan lo mismo que su secretario general. Hay quienes piensan que debemos abstenernos, hay quien cree que con 85 diputados no debemos plantearnos intentar gobernar. Me parecen debates legítimos. Hay una posición que es que debemos ser la alternativa al PP. Y hay otra que señala que debemos facilitar el Gobierno del PP. Es un debate de fondo. En ese debate yo defiendo que el PSOE sea un partido de izquierdas, diferenciado del PP, con un proyecto autónomo. Ha llegado la hora de que planteemos ese debate entre la militancia, a través de un congreso", ha explicado Sánchez.

"Necesitamos debatir, necesitamos votar. Y una vez que votemos, es necesario que tengamos una única voz, no como hasta ahora. Se lo debemos a los votantes del PSOE. Por supuesto, yo me voy a presentar para defender un PSOE de izquierdas y unido, claramente diferenciado del PP, un PSOE que aspira a ser la alternativa y ser el proyecto mayoritario entre el electorado de izquierdo. El PSOE debe volver a tener uan voz única", ha añadido, dando por supuesto que "la mayoría del comité federal no pondrá impedimentos a que se pronuncie la militancia". Pero si lo hace, si los críticos cercenan la posibilidad de un congreso, Sánchez no ha querido adelantar si dimitiría. "No quiero entrar en hipótesis", ha señalado.

Después de tanto ataque sin dar la cara, Sánchez ha retado a los críticos ha librar de una vez la batalla. "Que aquellos compañeros que creen que tienen un proyecto mejor, que den un paso al frente y lo defiendan. Yo seré el primero en respaldarlo si ganan. Espero que ellos hagan lo mismo. Lo que no tiene ningún sentido es que yo intente hablar con otras fuerzas y se me cuestione desde dentro. Es el momento de hablar claro. Que me digan exactamente qué quieren que haga el PSOE. Yo quiero ofrecer una solución de cambio", ha concluido el secretario general.

LA VISIÓN DE ANDALUCÍA

Antes del anuncio de Sánchez a puerta cerrrada, la reacción más relevante sobre el batacazo del domingo ha salido del poderoso socialismo andaluz, al que pertenece la presidenta de la Junta,Susana Díaz, cabeza visible de los enfrentados al secretario general y probable relevo. “Los resultados de ayer son malos, sin paliativos. Hay que intentar cambiar el rumbo, hacer autocrítica y no poner paños calientes”, ha dicho el secretario de política federal del PSOE,Antonio Pradas, hombre de confianza de Díaz, a la entrada de la comisión permanente del partido, que se reúne este lunes para analizar la severa derrota en Euskadi y Galicia.

Los afines a Sánchez son mayoría en este organismo, pero allí también tienen asiento dirigentes enfrentados a él. Por ejemplo, Carme Chacón. “Los socialistas estamos obligados a una profunda reflexión. Es evidente que vamos cada vez a una derrota más dura. Un partido tiene que tener utilidad social. No podemos seguir así. Hay que despertar”, ha señalado a las puertas de la sede socialista, en la madrileña calle de Ferraz, la exministra de Defensa, actual secretaria de relaciones internacionales del PSOE.

También José Blanco, antiguo número dos del partido y exministro de Fomento, se ha unido a quienes exigen a Sánchez que asuma su responsabilidad. “Desolado. ¿Qué más tiene que pasar para que el PSOE reflexione?”, ha escrito en su cuenta de Twitter.

Otro miembro del PSOE que ha dado su opinión vía Twitter ha sido Eduardo Medina, que se midió con Sánchez en primarias. Ha calificado de "hundimiento electoral inmenso" el resultado del 25-S y ha considerado que se deben "asumir responsabilidades" y "cambiar de rumbo", al tiempo que ha recalcado que la celebración del congreso que propone Sánchez supone ir a terceras elecciones.

La única explicación que ha dado Sánchez al descalabro del pasado domingo ha sido esta: "Las causas son muchas. En Euskadi, el panorama era fragmentado. En Galicia, nos hemos enfrentado a En Marea y a Alberto Núñez Feijóo lo ha hecho bien. Yo asumo como secretario general toda la responsabilidad".