Revolución en el Ejecutivo andaluz. La presidenta de la Junta Susana Díaz perfila este jueves su primera crisis de gobierno en un intento de dar impulso a su gestión y recuperar su dañada imagen tras la derrota en las primarias socialistas. La remodelación ya ha sido puesta en conocimiento de los ocho secretarios provinciales del PSOE-A, con los que la mandataria socialista se ha reunido este jueves, en teoría para analizar el resultado del debate sobre el Estado de la Comunidad.

La posibilidad de una remodelación empezó a tomar cuerpo inmediatamente después del fracaso de Díaz en sus aspiraciones por liderar el PSOE. Las fuerzas de la oposición le reprocharon no solo haber centrado su interés en la lucha orgánica, dejando Andalucía como segundo plato, sino el escaso perfil político de su Gabinete. Unos consejeros que o bien eran completamente desconocidos para la población o bien se destacaban por sus polémicas declaraciones. Pero ninguno resaltaba por su altura política, una consecuencia del estilo de gobierno de Díaz, en el que nadie le hace sombra y es ella quien asume toda la carga de la gestión, lo bueno y también lo malo.

SANIDAD Y JUSTICIA, EN LA DIANA

La primera decisión de la presidenta para retomar el pulso institucional fue la convocatoria del Debate sobre el Estado de la Comunidad, un compromiso de comparecer dos veces al año que asumió en su investidura. Todos los grupos sin excepción le reclamaron cambios en su equipo de consejeros. Incluido Ciudadanos, que incluso días antes volvió a tensar la cuerda y a exigir al PSOE-A que metiera “la sexta marcha” a los acuerdos de investidura para seguir manteniendo su apoyo. Horas antes, el líder de la formación naranja se atrevía a mencionar incluso las áreas que debían tomar nuevos rumbos por acumular problemas, señalando a Educación, Sanidad, Justicia y Empleo.

En esa intervención en el debate autonómico, Díaz abandonó todas las referencias a la política nacional que solían poblar su discurso y se centró en Andalucía, presentando medidas para crear empleo y ampliar la cartera de derechos sociales y dando un marcado giro a la izquierda después de que durante la campaña sus adversarios la presentaran como la candidata más a la derecha. La presidenta andaluza trataba así de tomar aire justo en el ecuador de la legislatura para espantar los augurios demoscópicos que apuntalan la tendencia a la baja en los votos del PSOE y la posibilidad de que el PP, por vez primera en la historia andaluza desde la transición, pueda formar gobierno en alianza con Ciudadanos.