La crisis del Aquarius se encauza con un acuerdo inédito que supone un fuerte espaldarazo a Pedro Sánchez y demuestra la hegemonía del eje Madrid-París-Berlín frente a las posiciones xenófobas de Italia. El presidente del Gobierno ha logrado imponer sus tesis en colaboración con Francia y por primera vez, Europa ha alcanzado un pacto para distribuir 201 personas rescatadas en el Mediterráneo entre seis países. España es el que más acoge, 60 inmigrantes, que recalarán en Cataluña. Francia, otras 60. Alemania, 50. Portugal, 30. Luxemburgo, 5 y Malta otros 50.

Italia, clara perdedora de pulso, ha comprometido también un acogimiento, aunque no ha especificado cifras. Los inmigrantes empezarán a desembarcar en las próximas horas en el puerto de La Valetta (Malta), habilitado como centro logístico de la operación. En total, se distribuirán los 141 rescatados del Aquarius y otros 60 salvados por los equipos malteses esta semana.

El acuerdo es un éxito en varias direcciones. En lo inmediato, porque logra una respuesta humanitaria para una situación dramática que necesitaba una solución urgente. Los desplazados tenían víveres para subsistir menos de una semana y los menores presentan un estado de salud complicado. Al desembarcar en el puerto más cercano, se evita el riesgo de una travesía larga, como la que hubiese implicado el viaje hasta Cataluña, como ofreció la Generalitat catalana.

COMPETENCIAS

Aunque el president, Quim Torra, se mostró dispuesto a abrir los puertos de Palamós (Gerona), Vilanova (Barcelona) y San Carlos de la Rápita (Tarragona) alegando que dependen de la administración autonómica, Madrid rechazó esta afirmación. «Cataluña ofreció puertos en que no tiene competencias. Pero el Gobierno ha hablado con Cataluña y está dispuesta a acoger a los migrantes que España va a recibir», corrigió la vicepresidenta, Carmen Calvo.

A medio plazo, el acuerdo fortalece las posibilidades de que este pacto no se quede en un experimento puntual de una política buenista sino que se convierta en una estrategia sólida de actuación. Dicho de otra manera: tras este acuerdo es más fácil que los socios comunitarios se avengan a fijar cuotas obligatorias de recepción de inmigrantes por países. Esta es la tesis que defienden España, Francia y Alemania.

Calvo abonó la posibilidad de que se selle un acuerdo estable, algo que pareció reclamar también el comisario de inmigración, Dimitris Avramopoulos, que propone superar los «arreglos ad hoc» y aboga porque todos los países de la UE se comprometan en soluciones sostenibles. Hasta este momento estaba en el aire que se pudiera rubricar un compromiso formal. Había esperanzas y cierto optimismo pero nada encauzado. Ahora, tras la solución dada a la crisis del Aquarius, es más sencillo que los Estados miembros aprueben una distribución por países. Podrían hacerlo en próximas citas, como la reunión informal de mandatarios europeos en Salzburgo (Austria) el 20 de septiembre, o en el seno de la Comisión Europea (CE).

SEGUNDOS MOVIMIENTOS

Los líderes europeos son conscientes de que repartir el flujo de desplazados es beneficioso para todos, puesto que aunque España es epicentro de la llegada masiva como frontera sur de Europa, todas las previsiones apuntan a que la mayoría de los inmigrantes que consiga entrar, llegará a los países del centro y del nórdico este invierno, en lo que denominan «segundos movimientos».

En términos políticos el acuerdo es un éxito del eje liderado por Sánchez, la cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente Francés, Emmanuel Macron. Los tres mandatarios han venido plantando cara a la posición xenófoba defendida por el ministro Interior italiano, Matteo Salvini, y esta victoria supone un golpe para su pirotecnia dialéctica.

Si finalmente Roma cumple lo negociado, deberá acoger también a inmigrantes, lo que no deja de ser un bofetón en toda regla a la jactancia desde la que Salvini anunció su cierre de fronteras a la pobreza. En todo caso, el Gobierno español evitó ayer urgar en la llaga y, aunque con cautelas, agradeció a Italia su compromiso de acogida de inmigrantes. Incluso excusó que Roma todavía no hayan fijado un número exacto por la catástrofe del viaducto de Génova.

Por último, el acuerdo allana el entendimiento en otras aristas de la política migratoria, como las ayudas que España reclama para que Marruecos refuerce sus controles fronterizos o que se mejoren los protocolos de solicitud y concesión de asilo y refugio en Europa.