Esta semana se cumplen tres años de la sentencia que hizo Marcos Benavent a las puertas de la Ciudad de la Justicia de Valencia. «Va a salir mierda a punta pala», anunció el Yonki del dinero. Así ha sido desde entonces hasta ahora, cuando un dosier que él mismo habría facilitado a Anticorrupción ha provocado la caída del hasta ahora intocable Eduardo Zaplana, el campeón, como le apodó Julio Iglesias.

Detenido el martes, el expresident de la Generalitat valenciana pasó la noche en el cuartel de la Guardia Civil en el barrio valenciano de Patraix tras haber asistido durante todo el día al registro de varias de sus propiedades en Valencia y en Benidorm. Ayer a primera hora fue trasladado a Madrid para continuar esta labor con su vivienda y su despacho.

Los abogados del expresidente habían pedido a la jueza que lo pusiera en libertad por la leucemia que padece. A Zaplana le diagnosticaron la enfermedad en el 2015 y, tras someterse a un trasplante de médula, recibe tratamiento en la Fe de Valencia. Pero la Fiscalía, tras examinarle, no vio ninguna causa que impidiera su retención y su presencia en los registros, según Efe.

Los movimientos del exministro de Trabajo para repatriar dinero en paraísos fiscales, que podría ascender a 10 millones de euros, incluida la reciente compra de una lujosa casa en el barrio madrileño de Chamberí al parecer sin recurrir a ninguna hipoteca, habrían precipitado su detención acusado de blanqueo de capitales y delito fiscal.

Se esperaba que ayer empezaran a declarar el resto de detenidos ante la jueza. Entre ellos, el matrimonio Joaquín Barceló y Felisa López, amigos de Zaplana; Juan Francisco García, su exjefe de gabinete en la Generalitat; Francisco Grau, íntimo del murciano y su asesor fiscal, y Vicente y José Cotino. Hoy cita ante la Guardia Civil su tío Juan, exconseller y exdirector general de la Policía, de momento como investigado. Es la misma figura que se le aplica a Rosa Barceló, mujer de Zaplana, que ayer declaró ante la UCO, y a su secretaria personal.

La operación Erial se puso en marcha en el 2015, año del escatológico augurio público del Yonki, que para entonces ya habría entregado, o se le habría incautado, un manuscrito que detallaría el entramado de Zaplana para dar salida a las mordidas que habría cobrado por las adjudicaciones de parcelas para parques eólicos y por la privatización de las ITV en su etapa al frente de la Generalitat y que recientemente habría traído a España.

Aunque fue su suegro el que entregó las grabaciones de Benavent a políticos como Alfonso Rus, expresidente de la Diputación de Valencia, el Yonki ha ido proporcionando a la justicia información sobre otros posibles delitos, en general asuntos de ámbito provincial o municipal y de etapa posterior a Zaplana.

Existen dudas sobre el origen del dosier Zaplana y por qué lo tenía Benavent. El diario Las Provincias apuntaba que un ciudadano sirio que residió en el piso que ocupó el expresidente en la selecta zona de la Alameda de Valencia habría encontrado en un falso techo mientras realizaba unas obras los folios en los que se detallaba el entramado. Al parecer, se los habría dado a Benavent para que los custodiara, sin que se sepa de qué se conocían.

CS Y PP, A LA GREÑA / La estrategia de Génova para decir que Zaplana no solo «pertenece al pasado» (en palabras de ayer de Fernando Martíne-Maillo), sino que nada tiene que ver ya con el partido de la gaviota ni, mucho menos, con el presidente Mariano Rajoy, ha llegado al extremo de difundirse unas fotografías del exministro con Albert Rivera, líder de Ciudadanos, en el Club Siglo XXI. Un foro al que acuden políticos de todos los colores y que el exdirigente del PP organizó durante una etapa.

El secretario general de Cs, José Manuel Villegas, además de negar cualquier relación de Cs con Zapalana, ironizó sobre el hecho de que Maillo dijera que el exministro pertenece al pasado, el «mismo pasado», señaló, que compartía con Mariano Rajoy.