Las calles zaragozanas estaban radiantes durante el día grande de la Virgen del Pilar. Un ambiente de ensueño donde cada plaza o rincón escondía algún secreto para el visitante.

Alegría, celebración, ilusión... sentimientos encontrados que se podían respirar en el aire, en una festividad donde todo el mundo puso su pequeño grano de arena para hacerla inolvidable. Los trajes regionales formaron un gran tapiz de colores mientras sus dueños lucían orgullosos el atuendo tradicional de su zona. Por su parte, los músicos pusieron la banda sonora con ritmos aragoneses, latinoamericanos y artistas callejeros que aprovecharon la ocasión para exhibir su arte. Estatuas de Hemingway, de vaqueros, extraterrestres... todo tenía cabida para conseguir las miradas --y las monedas-- de los paseantes, que no dudaron en incluso posar con ellos. Los pequeños puestos ambulantes, que se encuentran a lo largo de todo el centro de la ciudad, también consiguieron llamar la atención del público ofreciendo productos de lo más dispares: pulseras, llaveros, cuadros, castañuelas...

Conciertos, batucadas, puestos artesanos, globos, juguetes...y miles de cosas que encontrar en el centro de Zaragoza para todas las edades. Un auténtico mercado que hace las delicias de los paseantes, quienes salen a la calle con ánimo de ser sorprendidos por lo que la ciudad les depara. Y todo esto entre caña y caña. Los bares y terrazas no tuvieron ni un minuto de descanso La gente se agolpaba para poder disfrutar de la jornada y el brillante sol que lució durante casi todo el día. "Me encanta este día, para mi lo mejor es pasear por la calle y ver los trajes regionales de la gente, es todo muy folclórico", explica Andreas Schou.

Tampoco la lluvia quiso faltar en el día del Pilar y a última hora de la tarde una tormenta sorprendió a miles de personas que no tuvieron más opción que buscar cobijo bajo los porches y esperar a que parara.