Un titiritero maneja los hilos de una tortuga roquera que toca el piano. Y a los niños ya les pueden prometer un globo de Bob Esponja o de princesas Disney, que no hay padre que los haga levantarse del corro. Durante unos minutos, los movimientos de la marioneta pueden con otras propuestas más efectistas y ruidosas, como los bailarines de hip hop o las ocarinas y ritmos peruanos. "Hoy en día no es tan normal ver a una persona que maneje una marioneta de hilos en la calle", explica el titiritero Diego Migliori, consciente de lo difícil que es competir contra un centenar de propuestas de todo tipo. "El público ya está acostumbrado a ver de todo y la sorpresa constante ya no sorprende", indica.

La calle Alfonso se ha convertido en el corazón de la animación callejera pilarista, arrebatándole el cetro al paseo de la Independencia, a causa de las obras. Esta situación ha despistado a algunos de los artistas habituales, pero se han conformado con la nueva ubicación. "Si haces lo que te gusta y lo demuestras, la gente colabora, es una cuestión de actitud", explica Jorge Valmasedo, tras veinte años en el mundo del teatro de calle. Vestido como un fauno, sus inesperados movimientos sorprenden a los paseantes que tratan de fotografiar su espectacular uniforme.

Unos metros más adelante un descarado bebe en un carricoche provoca a los peñistas con sus burlas y bromas, mientas la estatua de un cartero de los años cuarenta despierta las simpatías de los más mayores. Hay un poco de todo: desde la magia a los bailes de Elvis, sin olvidar a los bomberos vendiendo su calendario solidario. La competencia en la calle Alfonso es fuerte y muchos de los artistas se quejan de que la gente no gasta. "La cosa está bastante tranquila, sobre todo por lo que me cuentan otros compañeros que ya han estado otros años", indica Natalia Sequera que interpreta a un ángel plateado de delicados movimientos.

Esta situación ha llevado a algunos mimos a plantearse su estancia en la ciudad. "Me habían dicho que en Zaragoza se trabajaba muy bien, pero si todo sigue como ayer, me tendré que marchar", aseguró José Luis Ortiz en la plaza Aragón. Y eso que a su personaje le han robado la silla y pese a todo, sigue misteriosamente sentado.