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Tras suspenderse por lluvias el día anterior, ayer sí que sí: los zaragozanos pudieron disfrutar de la Merienda Popular que todos los años ofrece La Muestra Aragonesa, que recorre a lo largo el Paseo Echegaray y Caballero de Zaragoza, ubicada en el tramo comprendido desde el Puente de Hierro hasta el Puente de Piedra.

Alrededor de las 19.00 horas, una fila de unas 100 personas, que tuvo que cortarse a la mitad formando un hueco para dejar paso a los transeúntes, se agolpaba tras las vallas que la separaba de la carpa con las mesas para comer.

«No sabemos que hay para comer pero venimos a ver que nos dan, acudimos aquí todos los años y siempre acabamos contentísimos», comentó Carlos González, jubilado fiel a la cita. La mayoría de personas que hacían cola antes del reparto de comida eran de una edad avanzada, entre 60 y 75 años.

«Hemos visto una gente y nos hemos puesto aquí, no habíamos venido nunca» señaló María Jesús Zataraín, también jubilada que había acudido con sus amigas, y añadió que «nos han dicho que dan muy buenos platos».

Al poco tiempo de dar las 19.00 las personas que hacían fila comenzaron a recoger sus platos en la barra y a sentarse en las mesas.

«Nosotros con los críos, pues tienes que ubicarte en un sitio que tampoco puedes socializar mucho», comentó Mariló Pérez, que acudió a la merienda con su pareja y sus dos hijos pequeños. «Es algo que choca ver aquí en medio de la calle, impacta ver a tanta gente aquí de repente comiendo y hablando», señaló la mujer.

Más de 400 personas

Apenas diez minutos después de comenzar, unas 300 personas según la organización ya habían recibido su plato de carne a la brasa y pan: chorizo rojo, chorizo criollo, panceta y costilla fue el menú para la tarde de ayer.

Una comida que estaba «de maravilla, muy bien», señaló María Pilar Lamenca, que acaba de sentarse en una mesa en la que no conocía a nadie. «Lo de menos hoy es la comida, lo importante es convivir», agregó Antonio Palacios. «Aquí estamos que no nos conocemos ninguno de nada, nos hemos sentado en la primera mesa libre y ahora nos hemos conocido», señaló Rosa Artigas, otra de las comensales en esta mesa de desconocidos (todos entre 40 y 60 años), quien desearía que «hicieran estas cosas día sí y no».

A las 19.30 más de 400 personas estaban sentadas en las mesas allí dispuestas para la ocasión, donde no cabía ni un alma ya. Y se repartieron más raciones, porque muchos visitantes se llevaban los platos para el camino.

Desde la organización informaron que se habían preparado más de 150 kilogramos de comida para repartir, ajustándose al aforo que presenta el recinto, algo más de 400 personas. H