Además de las flores o el rostro de ilusión de los oferentes, la ofrenda de ayer dejó imágenes de todo tipo. En un día tan intenso y lleno de emociones, se hace casi necesario para los participantes en la ofrenda hacer un parón en la jornada y acercarse a una de las múltiples terrazas y bares que rodean la plaza del Pilar, para comer, beber y reponer energías.

Por la Avenida César Augusto y calles aledañas, podían verse cientos de personas, ataviadas con diferentes trajes regionales, almorzando todo tipo de tapas, bocadillos, incluso platos de migas o patatas bravas (siempre con cuidado de no manchar los trajes). Un poco de bebida tampoco faltó en la jornada de ayer ya que las copiosas comidas iban acompañas de cerveza y vino. Algunos ya traían de casa las botas de vino que hacían las veces de complemento en sus trajes.

Los niños que acudieron a la ofrenda junto a sus familias, también acapararon las miradas. Había niños de todas las edades vestidos con calzones, fajas, blusones, chalecos, camisas, alpargatas, pañuelos, medias, blusas, sayas, enaguas, delantales y mantones a la medida de sus menudos cuerpos.

También llamaban la atención los músicos que amenizaron el trayecto hacia la plaza del Pilar con sus dulces melodías o quienes hacían el recorrido entonando jotas o bailando sevillanas. Afortunadamente, la lluvia no arruinó todas las instantáneas que dejó el día de ayer. H

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