Luis Miguel Dominguín, tío de Francisco Rivera Ordóñez, actuó muchas tardes en la feria del Pilar. Una de ellas, en la que el torero no estuvo acertado, un espectador del tendido le lanzó todo tipo de insultos. Al día siguiente, Luis Miguel apareció en la óptica del espectador que le insultaba y solicitó unas gafas de sol.

Le atendía el aficionado enfadado la tarde anterior. Y, sin inmutarse ninguno de los dos, Dominguín se las probó y mirando al vendedor le dijo: "Estas gafas tienen un defecto". "No puede ser", replicó el vendedor, "dígame". "Pues que solo se ven ca..." (repitiendo, en ese momento Luis Miguel los mismos insultos que le lanzó, la tarde anterior, el ahora vendedor), pero "déjeme, déjeme" dijo el vendedor y se las puso él, miró fijamente a Dominguín y le contestó: "Pues sabe que le digo que tiene usted razón sólo se ve eso que usted dice".

Como no todos los espectadores llevaban, ayer, las mismas gafas un sector intransigente recibió con pitos la presencia de Serranito, al hacer el paseíllo. Este espada sustituía, de manera urgente a Francisco Rivera Ordóñez, que a las dos y media de la tarde fue ingresado con dolores abdominales en el Hospital Provincial de Zaragoza.

De tal manera que, se aviso a Paúl Abadía, a las tres y media de la tarde y tuvo que salir al ruedo vestido con un traje de la época novilleril de Paulita y con el fundón de espadas del novillero Ignacio Ríos. Su equipaje iba camino de Albacete.

Julián López El Juli le cogió, con buena vista, la distancia al primero de su lote y cuajó una sensacional faena, con muletazos de gran corte, muy técnica en la que el temple resultó fundamental, perdiendo los trofeos por culpa de la espada. Con su segundo, sólo pudo lucirse en el toreo de capote sacándoselo a los medios con torería y conocimiento, pero con la muleta no pudo hacer nada frente a un animal que no quería embestir.

Eduardo Gallo pasó inédito con el primero de su lote. Un animal que se lesionó la mano izquierda. Con su segundo, todos los espectadores llevaban las mismas gafas que el presidente y mandaron al corral al descordinarse durante la lidia al quinto titular y hasta al segundo sobrero, saliendo al final un ejemplar de la ganadería de Manuel Santos --de buen son-- con el que Gallo no se entendió .

Serranito pudo haber cortado una oreja en el primero de su lote, al que, tras un enorme volteretón, con buena vista y a base de potencia, le arrancó sensacionales muletazos, bajándole la mano de verdad y pudiéndole. Con su segundo, ni el mejor de los ópticos le hubiera facilitado las lentes adecuadas para sacarle partido. Era imposible.