No cabía ni un alfiler. La penúltima sesión de vaquillas de las Fiestas del Pilar reunió ayer a una multitud que asaltó las gradas de La Misericordia, dispuesta a exprimir las jornadas de vaquillas al máximo ahora que las fiestas llegan a su fin. Si bien fueron personas de todas las edades las que ocuparon el palco, solo los jóvenes decidieron saltar al ruedo dispuestos a poner a prueba su agilidad.

En esta ocasión, fueron las reses de la ganadería navarra Santos Zapatería las que animaron durante dos horas a una audiencia que seguía teniendo ganas de celebración en el séptimo día de vaquillas, con momentos de tensión donde primaron los revolcones de los jóvenes.

No lo tuvieron nada fácil, entre una de las primeras reses que decidió saltar al callejón en su frenética persecución a un joven, o la que subió al tablero central del ruedo y tardó un buen rato en querer marcharse. Los presentes en el ruedo aprovecharon para subirse a la instalación metálica situada en medio de la plataforma, pero la res puso el ojo en ellos e intentó pillarles, eso sí, sin éxito.

La Milanesa fue una de las reses que hicieron sufrir a los osados haciendo gala del título que obtuvo a mejor vaca en la Feria del Pilar de 2014. El segundo turno sacó a las vacas más bravas, que salieron al ruedo con unas energías que los jóvenes no tenían, pero que no provocó que estos aminoraran sus recortes.

Bien es cierto que a pesar de sus posibles habilidades para hacer enrabietar a las reses, alguno se tropezó sin necesidad de persecución. Fueron varias las cogidas que se produjeron y que se alargaron unos cuantos segundos provocando algún susto.

La jornada transcurrió tan animada como se esperaba de un sábado en fiestas. La Misericordia estaba a rebosar. El público se puso en pie varias veces para no perderse momento de lo que ocurría en la plaza, animados continuamente por la música de las charangas.

Los que no habían vuelto a la cama desde el día anterior seguían bebiendo, y los que se habían levantado temprano, como ocurría con algunos padres y sus hijos pequeños, sacaron los bocatas para almorzar mientras observaban el multitudinario espectáculo. El fin de la jornada en la plaza de la Misericordia dejaba pendiente tan solo una mañana de vaquillas y la sensación de fin de fiestas en el aire, aunque la mayoría la viva al límite hasta al final. A pesar de los sustos, no hubo que lamentar graves heridos. El séptimo día dejó ocho personas atendidas, cinco de ellas por traumatismos, y no hubo necesidad de realizar ningún traslado hospitalario.