El ritmo y las melodías contagiosas son el santo y seña del grupo Timbalao. Con sus tambores y timbales son capaces de transportar al espectador hasta Brasil, de donde proviene la música que tocan, una perfecta fusión de sones y culturas que llena todos los escenarios por los que pasan. Durante las fiestas del Pilar se han dejado ver en diferentes rincones de la ciudad, como la plaza Ariño y la calle Alfonso, donde vuelven a actuar hoy a las 19 horas.

Pero, a pesar de que los espacios han sido diferentes, algo siempre es igual en sus actuaciones: la cantidad de gente que acude a verlos. Por ejemplo, en la de hace dos días en la calle Alfonso la gente se apelotonaba por la vía. Había tantas personas que por unos minutos fue imposible caminar por ella. Hasta que los once músicos de esta formación comenzaron a interpretar sus coreografías, que inmediatamente fueron seguidas por el público asistente y la marea humana comenzó a desplazarse por la vía de una punta a otra.

Entre el gentío, pronto empezaron a verse niños sobre los hombros de sus padres. "¡Que bonito¡", le dijo la pequeña María a su abuelo. Y Jennifer se tapaban los oídos, no porque no le gustara, sino "porque tocan muy fuerte", dijo gritando para que se la escuchara.

Y es que la potencia con la que suenan estos artistas hace que el cuerpo vibre. Para tal despliegue sonoro los músicos únicamente utilizan su ingenio e instrumentos como tambores, timbales y diversos elementos de percusión, que se combinan con perfecta armonía.

Todo comienza cuando el líder de la formación indica al resto de músicos los tiempos de entrada y reposo. Los tambores tocan, los timbales callan, la velocidad aumenta, disminuye y fluye constante hasta que alcanza el clímax final. Para ese momento todo el público está entusiasmado con la actuación y está bailando, o por lo menos, se mueve con el contagioso ritmo. Un despliegue de alegría que también queda patente en el vestuario de estos artistas, de vivos tonos, los mismos que sus rítmicas melodías, que nacen de la fusión de culturas y que evidencian que la música es un lenguaje que traspasa fronteras y une a las gentes.