Son grandes, cada uno en su estilo, no hay rivalidad porque los públicos son muy distintos, y estaba claro que la noche de la víspera del Pilar era propicia para que se aliaran los astros, o las estrellas, y si en Inperpeñas estaba Loquillo, la plaza del Pilar fue territorio Bisbal, quizá con un público más popular y familiar, mientras que el Príncipe Felipe quedaba reservado a una de las figuras más esperadas de estas fiestas, el incomparable Joaquín Sabina, que hoy vuelve a repetir concierto en el mismo escenario.

Zaragoza no hizo la cobra a Bisbal y acudió masivamente a su concierto de ayer a las 22.00 horas en la Plaza del Pilar. Claro que también era gratis. Media hora antes del concierto, Independencia servía de cauce para un auténtico torrente de gente, que con prisas intentaba llegar a la plaza con tiempo para adquirir una posición cercana al escenario. La cita, organizada por Los 40 Principales, y una de sus últimas paradas de la gira Los Hijos del Mar, reunió a un gentío que, lejos de las más optimistas previsiones, copó la Plaza del Pilar hasta las murallas romanas. Bisbal comenzó con Antes que no, moviéndose enérgicamente por el escenario y encadilando a un público entregado desde el minuto uno, hubo que esperar hasta casi el final del concierto para escuchar sus más míticos temas, Ave María y Bulería, en el que ha sido por el momento el concierto más multitudinario de la edición de este año.

Por otro lado, Sabina se metió al público en el bolsillo desde el minuto uno, mencionando en tan solo un cuarto de hora dos veces a Jose Antonio Labordeta, primero para indicar que «el maestro siempre le había recibido muy bien en Zaragoza», y en segundo lugar para dedicar su canción Lágrimas de Mármol a la viuda del cantautor, Juana de Grandes.

Un público compuesto en su mayoría por gente madurita, acompañada de sus hijos ya creciditos, en un claro ejemplo de cómo la música de este maestro es capaz de filtrarse generación tras generación y y entre los cuales destacó un detalle, y es que muchos de ellos asistieron al concierto portando bombines en su cabeza como homenaje a uno de los rasgos identificativos del cantautor.

Sabina interpretó del tirón al principio de la cita todas las canciones de su nuevo disco Lo niego todo, para después deleitar al público con las inmortales letras del resto de canciones de su larga y fructífera carrera.