No es la primera vez que Sebastian Vettel exhibe un comportamiento antideportivo, una pataleta de niñato impropia de un tetracampeón del mundo. Podía haberse ahorrado copiar esa faceta de su ídolo Michael Schumacher. Este domingo protagonizó otra rabieta cuando Lewis Hamilton frenó —de forma completamente legal— en sus maniobras de calentamiento de los neumáticos detrás del coche de seguridad y Vettel se lo comió impactando con su Ferrari tras el Mercedes.

El alemán reaccionó colocándose a su lado, sacando las manos para increparlo, y chocando lateralmente a propósito contra Hamilton. Los comisarios le sancionaron con una parada de 10 segundos en box, aunque muchos creen que era merecedor de unabandera negra y descalificación. «Si tiene algo que decirme, que me lo diga fuera de la pista», dijo el alemán tras la carrera en una continuación de la rabieta. La suerte para Vettel, cuarto al final, es que acabó la carrera justo por delante de Hamilton, víctima de una parada extra en el box por un fallo de sus mecánicos al ajustarle el reposacabezas.

Lejos de esta pelea barriobajera, Daniel Ricciardo, un caballero, un pilotazo, tan limpio en la pista como alegre fuera de ella, se llevó una victoria merecidísima. Es para muchos uno de los mejores pilotos de la parrilla, que hace fácil lo difícil, al que jamás se le ve tenso en las maniobras más arriesgadas. Ricciardo ganó tras verse último de la carrera en las primeras vueltas por una parada extra en el box por un plástico metido en su canal de refrigeración de los frenos. «Cuando me vi último, no podía soñar con esta victoria. Hubiera apostado todo mi dinero a que no ganaba, imposible, pero, mira, estoy aquí, en lo alto del podio», explicó el australiano. No falló y compartió podio en una carrera caótica con Valtteri Bottas y Lance Stroll, el más joven de la historia en el cajón, con 18 años y ocho meses. «¿Ya eres mayor de edad, no?», preguntó Ricciardo a Stroll en el podio antes de hacerle beber champán de su bota en su particular rito.

ALONSO, IRÓNICO

Fue una carrera caótica: tres coches de seguridad, un coche de seguridad virtual y una neutralización por bandera roja de media hora fueron necesarios para limpiar la pista de la cantidad de piezas que se fueron quedaron en el asfalto por los innumerables toques, como el de Kimi Raikkonen frente a Bottas, o el de los dos Force India deEsteban Ocon y Checo Pérez.

Y cuando no hubo toques, se dieron trompos, como el de Carlos Sainz para evitar chocar contra su compañero Daniil Kvyat. El madrileño atrapó finalmente un octavo puesto, que arrebató aFernando Alonso en las última parte de la carrera. «Vaya, podríamos haber ganado la carrera», dijo el asturiano con ironía, viendo la cantidad de errores que cometían los de arriba. «Era quinto junto a Ricciardo tras la neutralización. Con otro coche...» Y no le falta razón. Solo un dato. Bottas, que había sido doblado en las primeras vueltas del gran premio, llegó a la segunda plaza.