El Mundial del equilibrio, de la igualdad, de los continuos cambios de líder, de cuatro vencedores en seis carreras, echaba en falta el triunfo de uno de sus favoritos, de uno de los cuatro campeones del mundo, de Lewis Hamilton. Llegó en Turquía tras una carrera fratricida que dañó la relación con Jenson Button en el primer doblete de McLaren. La escudería de Woking recogió el trabajo a su gran evolución técnica y se aprovechó del accidente entre Mark Webber y Sebastian Vettel con el que Red Bull también ha puesto fin a la paz familiar. Fernando Alonso solo pudo ser octavo con un Ferrari lento, sin los reglajes adecuados. La pelea doméstica entre los rivales le permite seguir vivo en la clasificación, incrustado entre los pilotos que él considera enemigos.

Durante 40 de las 50 vueltas, apenas tres o cuatro segundos separó a los cuatro protagonistas del día, los Red Bull y los McLaren. Cuatro aspirantes al título en un pañuelo, una bomba de relojería. Las escaramuzas de la salida aumentaron la tensión. Vettel y Hamilton se adelantaron varias veces y Button se unió al combate, no sin antes vérselas con Michael Schumacher, contagiado, rejuvenecido por tanta tensión. El heptacampeón estuvo a punto de subir al podio. Ya llegará.

MAL PAPEL DE ALONSO Por atrás las cosas andaban igual de caldeadas. Felipe Massa no podía alcanzar el ritmo de Robert Kubica y sufría para mantener a raya a Vitaly Petrov. Hasta ese nivel cayó el rendimiento de los Ferrari: a pelear con Renault. Y con ese ritmo, Alonso tenía pocos argumentos para remontar. "Simplemente no éramos rápidos". Eligió neumáticos blandos nuevos para la arrancada. Salió bien pero su ventaja se esfumó al verse tapado en las primeras curvas. En la tercera fue rebasado por Pedro de la Rosa, al que consiguió adelantar un giro después.

Así que Alonso, De la Rosa y Alguersuari rodaron juntos por unas vueltas, hasta que comenzó el baile de paradas. Ahí logró Alonso ganar la posición a Sutil y Kobayashi, porque en pista le resultó imposible. Después, intentó mantener el ritmo sin dañar sus ruedas para dar un zarpazo final y adelantar al Renault de Petrov. Acabó octavo, justo por detrás de su compañero Massa.

El daño en un GP desastroso para Ferrari se limitó por el desenlace final del GP, cuando la bomba acabó de explotar. Se veía venir. Webber, Hamilton, Vettel y Button rodaban por este orden en un pañuelo. Se repartían las vueltas rápidas, se enseñaban el morro, se atacaron... pero todo estaba en orden: siempre había un McLaren contra un Red Bull.

La estrategia activó la espoleta. Vettel fue el primero en parar a cambiar ruedas (V-14). Un giro después Webber y Hamilton se marcaron como garrapatas y entraron juntos, pegaditos, coche contra coche. Todo dependía de la habilidad de los mecánicos. Ganaron los de Red Bull. Son los más rápidos. Además, en McLaren se atascaron con una rueda trasera. Así que Hamilton perdió la segunda posición en favor de Vettel. Button retrasó su entrada tres giros más. No podía ganar posiciones y el quinto, Schumacher, rodaba lejos. Así que utilizó su primera posta para protegerse.

EL ACCIDENTE La lucha de equipos se convirtió en una batalla entre hermanos. Entre Webber, primero, y Button, cuarto, solo había tres segundos. Hamilton acosó a Vettel y el alemán intentó adelantar a Webber, que frenaba a todo el grupo porque había puesto su coche en modo de bajo consumo. Los dos Red Bull se tocaron a casi 300 kilómetros por hora. El alemán acabó fuera, el australiano pudo regresar, pero tercero. Y la lucha doméstica se trasladó a los McLaren. Button intentó adelantar a Hamilton y los dos McLaren se tocaron también la primera curva. Entonces intervino el box, un mensaje en clave por radio para que no pudiese entenderlo ni criticarlo nadie. Button desistió a pesar de que tenía los neumáticos más enteros. Ganó Lewis, el preferido.