La familia real británica necesitaba a alguien como Jack Brooksbank. Un tipo de 31 años capaz de preparar buenos cócteles, encargarse del suministro del bar y animar fiestas y veladas de condes, duques y princesas. Brooksbank es un experto en la materia. A eso se ha venido dedicando con éxito el prometido de la princesa Eugenia, hija menor de Sarah Ferguson y el príncipe Andrés, con la que se casará en otoño.

Barman Jack, como le apodaban sus adinerados clientes, es hijo de una familia bien conectada, con antepasados ilustres, en la que la norma era estudiar en Cambridge y acabar en el City. Su padre, un contable de altos vuelos, comprendió pronto que el chico tenía otras inclinaciones. A los 18 años dejó la escuela privada de Stove, la misma en la que estudió el magnate Richard Branson, para trabajar como camarero. El debut profesional lo hizo sirviendo copas y pintas de cerveza al pijerío del barrio de Chelsea, primero en el gastro pub Admiral Codrington y luego en The Markham Inn. En este último conoció al príncipe Enrique y a sus amiguetes, en un periodo de interminables juergas y borracheras del hijo de Carlos y Diana.

Jack, otro party animal como dicen en Inglaterra, comenzó a moverse en los círculos reales. La relación se estrechó cuando pasó a ocuparse de la gerencia de Mahiki, uno de los night clubs más exclusivos de la ciudad y el favorito de los miembros más jóvenes de la familia real, incluido el príncipe Guillermo, Catalina, la propia Eugenia y su hermana mayor, Beatriz. A Eugenia se la presentaron amigos comunes hace siete años durante unas vacaciones de esquí, en la lujosa estación suiza de Verbier, donde los duques de York tienen un chalet. «Fue amor a primera vista», ha dicho el novio. En común tenían sin duda la pasión por el jolgorio nocturno y la dolce vita. «Tenemos las mismas pasiones y el mismo gusto por la vida», ha declarado la nieta de Isabel II, que ahora tiene 27 años y entonces estudiaba en la universidad de Newcastle.

FIESTA CON UNA ‘STRIPPER / La distancia puso a prueba la relación, como ocurriría más tarde cuando la princesa se marchó dos años a Nueva York para trabajar en una casa de subastas. El noviazgo también sobrevivió a la aparición de seis fotos de Jack con los ojos vendados, tocando los pechos de una profesional del striptease, en la fiesta organizada con motivo de sus 21 años. Su amigo Enrique sería pillado en un sarao parecido en Las Vegas años más tarde. Aquel incidente de loca juventud ocurrió antes de conocer a Eugenia.

Ahora cuentan que Jack ha sentado la cabeza. Su negocio actual es el de marchante de vinos y licores, algo más digno y presentable cuando se va a formar parte de los Windsor, que sus ocupaciones pasadas. Junto a unos amigos se encarga de la distribución del tequila Casamigos, una firma de la que es copropietario el actor George Clooney. Su ambición es crear una cadena de pubs rurales. «Ha sido mi sueño desde los 18 años. Tengo grandes recuerdos de los asados del domingo en los pubs, con los leños ardiendo en la chimenea y es algo que me gustaría recrear, porque adoro los pubs».

A la reina Isabel II se lo presentaron en septiembre durante una cacería, ambiente en el que al parecer se siente como en casa. Eugenia y él volaron el año pasado a Toronto para acompañar a los otros novios reales del año, Enrique y su novia, Meghan Markle. Los cuatro han salido a cenar en Londres y podrían terminar siendo vecinos en las dependencias del Palacio de Kensington.