Su momento ha llegado tardíamente, al menos según los cánones del éxito, pero ha llegado. Tiffany Haddish (38 años) es, por fin, la humorista y actriz cómica querida por todos. Y todo gracias a Plan de chicas, éxito sorpresa del verano en Estados Unidos que este fin de semana ha llegado a las pantallas españolas, donde probablemente no podremos disfrutar de su voz original. (Las comedias mainstream americanas, por algún motivo, no suelen tener copias en versión original subtitulada).

Todas las risas de Plan de chicas provienen de Haddish y su forma naturalmente hilarante de decir hasta las frases más anodinas. En la película es, también naturalmente, la más salvaje de un grupo de viejas amigas de la universidad que trata de reforzar sus lazos escapándose durante un fin de semana a Nueva Orleans, donde acuden al festival Essence, celebración de la cultura afroamericana.

No importa lo que hagan expertas actrices como Queen Latifah, Jada Pinkett Smith o Regina Hall. Tiffany se queda todas las escenas, armada de una expresividad desbordante y, sobre todo, un talento evidente para la improvisación. Una escena, en particular, pasará a la historia: aquella en la que Dina, su desbocado personaje, da una lección sexual a Lisa, madre soltera en busca de acción, sirviéndose de un pomelo atravesado por un plátano. «Hicimos la escena probablemente ocho veces, y yo quería hacerla más», recordaba Haddish en una entrevista con Vanity Fair. «Me había colado por el operador de cámara. Cuanto más se reía, más creía yo que le gustaba. ¡Pero dijo que me tenía miedo!».

«Súper sensible»

Aunque ignorada por los Globos de Oro, Tiffany Haddish ha sido premiada como mejor actriz secundaria por el Círculo de Críticos de Nueva York. Fue la estrella de la ceremonia. Primero, porque Paul Thomas Anderson (premiado al mejor guion por El hilo invisible) quiso aprovechar su discurso de agradecimiento, leído por la actriz Lesley Manville, para pedirle a Haddish que trabajara con él y darle su número de teléfono.

Segundo, por su propio discurso de agradecimiento, 18 minutos al estilo de los monólogos de Haddish: francos, directos, algo salvajes y con una corriente de emotividad extraña cuando menos te lo esperas. Dijo no leer reseñas por ser «súper sensible». «No hago como que soy así, simplemente lo soy. No tengo miedo de admitirlo», dijo.

Esa vulnerabilidad puede estar vinculada con una infancia difícil. Su padre, refugiado de Eritrea, se fue de casa cuando ella tenía apenas 3 años. Su madre volvió a casarse con un hombre que al parecer acabó manipulando los frenos del coche de su mujer para tratar de acabar con la vida de ella y los cinco hijos que ahora les unían. Por suerte, Tiffany y sus hermanos (dos chicas y dos chicos) se habían quedado en esa ocasión en casa.

El choque del coche causó daños cerebrales a la mujer y Tiffany se convirtió, de la noche a la mañana, en «una madre de 10 años», según dijo en la revista People. Dos años después, ella y sus hermanos fueron repartidos por casas de acogida. Unos tres años más tarde se instalaron con la abuela.

El hecho de vivir de nuevo en familia no aplacó un carácter revoltoso. Una trabajadora social le dio un ultimátum: o iba a terapia psiquiátrica o a un campamento de comedia. Escogió lo segundo. El trabajo con Richard Pryor o los hermanos Wayans cambió su vida: había nacido una humorista.

Su primera oportunidad seria para darse a conocer le llegó ya bien entrada en la veintena, en el programa Who’s got jokes?. También pasó por Def comedy jam, pero no significó para ella la plataforma que fue para Martin Lawrence y muchos cómicos negros. Hubo malas películas, papeles minúsculos, voces de soldado en videojuegos, hasta llegar al culebrón del canal de Oprah If loving you is wrong.

En el año 2015 se aseguró un papel importante en la telecomedia The Carmichael show, de corta vida pese a su excelencia. Y en el 2016 pudimos verla en Keanu, comedia de culto escrita, producida y protagonizada por Jordan Peele, después artífice del fenómeno Déjame salir. Ocho miembros del equipo de esa película le hablaron de Plan de chicas. El resto, como suele decirse, es historia.

El resto es, por ejemplo, un especial para Showtime. O su histórico logro de ser la primera cómica de stand-up negra en presentar Saturday night live. Muy bien, además: el monólogo fue inspirador. «Creo que debería poder ponerme lo que quiera, cuando quiera, las veces que quiera mientras lo limpie», dijo antes de señalar que llevaba el mismo vestido que en la alfombra roja de Plan de chicas. Adorable.