Ya lo hicieron Taylor Swift y Zayn Malik, ex de Gigi Hadid, para anunciar el lanzamiento de sus discos. También las cuentas de Meghan Markle han desaparecido de las redes sociales, aunque por razones muy distintas. El lunes fue una amiga de Swift, Blake Lively, la que le dio un susto a sus 20 millones de seguidores en Instagram al borrar de un plumazo todas sus fotos y nombres (incluido el de su marido, el actor canadiense Ryan Reynolds) y empezó a seguir a 37 mujeres (reales, desconocidas y sorprendidas con el revuelo) que comparten nombre: Emily Nelson.

Algunos medios se preguntaron si habían hackeado su cuenta, pero el asunto se resolvió en horas, cuando la actriz colgó una foto en Twitter jugando al ahorcado junto a la frase «¿Qué le pasó a Emily?». Dos días después volvió a Instagram con el tráiler de su nueva película, A simple favor, dirigida por Paul Feig. En ella la actriz da vida a Emily Nelson, que desaparece sin dejar rastro y a quien su mejor amiga, una madre blogger interpretada por Anna Kendrick, busca desesperadamente. La exitosa operación de márketing ha recibido atención extra de fans y prensa (hasta Reynolds siguió la broma desde Australia, donde promociona Deadpool 2). Y Lively ha demostrado una vez más su pericia en las redes, que utiliza para casi todo: desde lanzarse graciosos dardos con su marido hasta denunciar el bullying en el colegio. Porque su vida, dice, está lejos de ser perfecta, «y el sarcasmo es mi mecanismo de defensa».

La purga de fotos incluyó sus looks de alfombra roja, la estrella de su marido en el paseo de la fama de Hollywood o la actriz con la gallina Caponata en el plató de Barrio Sésamo: «En el cole me llamaban Caponata porque era demasiado alta y tenía el pelo amarillo. Así que hoy brindo por acabar siendo la mejor amiga de las cosas que un día te hicieron daño». También a través de las redes ha pedido retirar imágenes de sus hijas, James e Inez, que aparecen poco, y de forma muy planeada, en los medios. Y en lugar del silencio por respuesta, esta pareja de 41 (él) y 30 (ella) no se corta en seguir el juego sobre rumores de problemas maritales. «Me vendría bien más tiempo para mí», bromeó Reynolds en Twitter sobre un posible divorcio. En febrero, Lively sugirió que echaba de menos usar una red social conocida por su eslogan: La vida es corta, ten una aventura. Y el pasado agosto Reynolds colgó una foto de ambos posando en la alfombra roja: una imagen de mala calidad en la que Lively aparecía cortada por la mitad, junto a la frase: «Feliz cumpleaños a mi increíble esposa». A lo que ella contestó con una foto de otro Ryan algo más famoso: Ryan Gosling.

En fin, que a esta chica de rostro angelical nacida en Tarzana (Los Ángeles, California) en 1987, hija y hermana de actores, se le da bien la ironía. Con un primer papel en el musical Sandman a los 11 años, se hizo conocida en Uno para todas (2005) cuando era adolescente. Después de aquella película volvió al instituto, donde fue presidenta de clase, cheerleader y voz en el coro. En el 2007 se convirtió en Serena van der Woodsen en Gossip girl, un bombazo de fama que recordó el año pasado junto a sus compañeros en la revista Vanity Fair, por el décimo aniversario del estreno.

Entonces tenía 18 años y los creadores de la serie no lo dudaron. «Debía ser alguien que pudiera estar sentada en la primera fila de los desfiles de moda». Ella daba el perfil al 100%. «Les dije que no porque quería ir a la universidad. Me dijeron que podría ir a Columbia un día a la semana y que después del primer año todo se calmaría. Pero mi vida nunca volvió a la normalidad», recuerda Lively. Y añade: «Soy muy tímida, la idea de perder el anonimato me asustaba. Recuerdo que cuando leí el guion pensé: ‘quien haga esto no podrá volver a salir de su casa como antes’. Fue un fenómeno cultural, fantástico pero aterrador». Desde entonces, recuerda el equipo de Gossip girl, Lively ha seguido los pasos de una auténtica celebrity neoyorquina: apariciones en Saturday night live, portada de Rolling Stone, película de Woody Allen (Café Society, 2016).

Comprometida con la lucha contra la pornografía infantil o el tráfico sexual, está lista para el siguiente gran paso en su carrera: producir (y protagonizar) The husband’s secret, basada en un libro de la autora de Big little lies, Liane Moriarty. «Cada día que se da trabajo a mujeres es un buen día», afirma. Como Reese Witherspoon, Lively cree que para conseguir paridad en la industria ellas deben producir sus propios filmes. «Lo importante es mostrar todas las capas, no solo aparecer en blanco y negro, como villanas o heroínas. Esa no es la vida real».