La duquesa Cayetana de Alba ha fallecido este jueves en el palacio de Dueñas, donde estaba siendo tratada de una neumonía que obligó a su ingreso hospitalario el pasado domingo. La noticia ha sido confirmada en las redes sociales por el alcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido. Por expreso deseo de la familia, y ante el empeoramiento de su estado de salud, la aristócrata, de 88 años, fue conducida a su domicilio para pasar allí sus últimas horas.

Muy vinculada a la ciudad de Sevilla, todo apunta a que aquí será donde se abra la capilla ardiente y donde reposen sus restos. En sus memorias, la duquesa expresó su voluntad de ser incinerada y adelantó que había conseguido el permiso del Obispado para que sus cenizas reposaran a los pies de su venerado Cristo de los Gitanos.

Vitalista y apasionada, la salud de Cayetana, delicada en los últimos años a causa de varias caídas y operaciones para paliar hidrocefalia que sufre, empezó a resentirse el pasado jueves 13 de noviembre. Una inoportuna gastroenteritis se complicó y provocó ahogamientos e infección en los pulmones, por lo que se vivieron momentos de angustia. No obstante la duquesa consiguió remontar, pero el domingo, y ante el temor de nuevas complicaciones, su marido y el equipo médico que tiene en casa decidieron trasladarla de urgencias al hospital sevillano Quirón Sagrado Corazón, donde permaneció apenas 48 horas.

Cayetana ingresó en situación de insuficiencia respiratoria secundaria a neumonía de la comunidad, asociada con arritmia cardiaca y repercusión hemodinámica. Durante el tiempo en la UCI los médicos no han logrado controlarle la infección del pulmón, y en todo momento dejaron claro que parte de la evolución dependía de su avanzada edad, que podía complicarlo todo. Los partes médicos ofrecidos por los facultativos hablaban en todo momento de pronóstico "reservado", y aunque no tenía respiración asistida, persistía la situación de "insuficiencia respiratoria" debida a su infección pulmonar.

HERENCIA

Tres meses antes de su matrimonio con el exfuncionario Alfonso Díez Carabantes, el 5 de octubre de 2011, Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba, firmó ante notario en Madrid el reparto del grueso de su herencia, valorada en unos 3.000 millones de euros, entre sus seis hijos.

Alfonso Díez, de 64 años y que inició la relación con doña Cayetana en 2008, firmó en febrero de 2011 sus capitulaciones matrimoniales, un total de quince cláusulas por las que renunciaba a "cualquier título, derecho u honores que le pudiera corresponder fruto de su matrimonio". Pero aquel gesto, a instancias del propio Díez, no pareció suficiente para los hijos de la duquesa, que el 4 de julio de ese mismo año los reunió a todos en una notaría de Madrid para repartir anticipadamente buena parte de su patrimonio personal e histórico.

El patrimonio de la Casa de Alba está valorado en unos 3.000 millones de euros, según estimaciones de la revista Forbes, entre palacios, castillos, terrenos agrícolas, valores bursátiles, obras de arte y joyas, además de 51 títulos nobiliarios, entre los que se encuentran el Condado de Aranda, el Marquesado de Tarazona o el Marquesado de Osera de Ebro.

La parte principal del patrimonio lo dirige la Fundación Casa de Alba, creada en 1975 y a la que pertenecen los palacios de Liria (Madrid), Las Dueñas (Sevilla) y Monterrey (Salamanca); el castillo de Alba de Tormes (Ávila); los cuatro castillos en Galicia (Castro Caldelas, Moeche, Andrade y Narahío) y el panteón familiar en el monasterio de la Inmaculada de Loeches (Madrid), entre otros bienes. En cuanto al patrimonio personal de la duquesa, que ascendería a unos 1.000 millones de euros, se divide en tres partes iguales: la legítima, la de mejora y la de libre disposición.

Cada hijo heredaría unos 55,5 millones de euros de la legítima y otros tantos de la parte de mejora. Pero la parte de libre disposición, la duquesa podría repartirla libremente, legándola a asociaciones benéficas o a su viudo, 24 años menor que ella. Según el acuerdo alcanzado ante notario, la Fundación Casa de Alba pasará al primogénito y heredero, Carlos Fitz-James Stuart, que tendrá la responsabilidad de preservar el legado histórico.