Pacino y Alonso o, lo que es lo mismo, Hugo Silva y Nacho Fresneda, son la 'extraña pareja' de 'El Ministerio del Tiempo'. A pesar de las diferencias entre ellos, casi parece que no sabrían vivir el uno sin el otro. Ahora tienen que limar asperezas para enfrentarse a una nueva etapa marcada por la ausencia de la líder de la patrulla, Amelia (Aura Garrido).

¿Tenía ganas Alonso de reencontrarse con Pacino después de su marcha en la segunda temporada de la serie? Nacho Fresneda: A Alonso, Pacino le genera algunas tensiones, pero le hacía falta. Ambos se respetan, aunque yo sigo sin entender a este señor, porque el lenguaje 'cheli' que utiliza de los años 80 y el del siglo de oro no casan.

Sus personajes son los que ponen mayores notas de humor a la trama. N. F.: El humor en esta serie siempre es como una consecuencia. Los personajes no pretenden ser cómicos, lo que pasa es que su punto de vista es lo que al espectador le resulta cómico.

H. S.: Y que los personajes, cuando están hablando entre ellos, son cada uno de su época y tienen un punto de vista concreto sobre las cosas. Pero luego son agentes del Ministerio, son camaleónicos, se inventan ellos mismos otros personajes, entran en una segunda convención totalmente de acuerdo con el público, y eso da mucho juego. Es muy divertido meter a un tío de los años 80 a hacer de alguien del siglo de oro o, incluso, de cualquier otra década del siglo XX.

Sí, porque Pacino está igual de desubicado que Alonso. N. F.: Es curioso: nuestros personajes se llevan entre sí varios siglos de diferencia y, a este señor de los 80, los 20 años posteriores a su época le vuelven loco igual que a mí.

H. S.: Estamos muy desubicados todo el rato y eso hace gracia. Pero es lo que decía Nacho: en ningún momento pretendemos buscar el chiste, pero al final sucede.

N. F.: Es una de las características de la serie y yo creo que también es uno de los factores que ha hecho que la gente conecte con ella. Ese sentido del humor castizo, descreído, como tirándonos por tierra todo el rato, funciona muy bien.

'El Ministerio...' también nos ha servido para revisar nuestra historia desde otro punto de vista. Y eso que no es una serie histórica, sino de aventuras. H. S.: Es una serie que resulta divulgativa, aunque no creo que ni siquiera sea esa su intención. Es una serie de aventuras que está tan bien documentada y con tanto rigor, que acaba siendo divulgativa. La proyectan en institutos y colegios, y yo creo que eso va a dar pie a que, el día de mañana, sea una serie de culto, si no lo es ya. Da un punto de vista de nuestro país y de nuestra historia muy fino, muy concreto, y, sobre todo, con un sentido del humor que nos caracteriza a todos los que vivimos aquí.

N. F.: A mí me gusta lo que dice Javier [Olivares, el creador]: que es una serie pop hecha por historiadores. Siempre buscamos la parte oculta de la historia. El suceso real que sacamos sí que pasó, pero nos inventamos cómo pudo ser, así que tienes el rigor histórico por un lado y, luego, el punto de vista con esa mala baba por debajo que la hace muy interesante.

Yo creo que sí que es ya una serie de culto. No hay más que ver la forma en la que el público se ha relacionado con ella, consiguiendo que se rodaran más temporadas. N. F.: Es verdad. Había series con unos índices brutales de audiencia, pero la movilización y la identificación que ha tenido el público con esta serie han sido novedosas, y la manera de manifestarse, también. Porque con este sistema obsoleto de audiencias que tenemos, parece que nos ven cuatro gatos, y luego resulta que el 'feedback' que tenemos de la gente en las redes es inmenso.

H. S.: Lo que ha pasado con esta serie es una prueba más de que el sistema de audímetros es una cosa del siglo pasado, que no tiene nada que ver con lo que pasa ahora, que la gente se sienta a ver series por internet o como sea… Sobre todo con la ficción, en la que uno ve un capítulo cuando puede o le apetece, tendría que haber ya otro sistema. Para mí, lo que ha pasado ha sido una pequeña revolución. La gente ha dicho: "No, queremos esto, esta es nuestra tele, la tele que tenemos en este país, pública, y nosotros queremos ver esto". Y el público se ha manifestado y ha pedido esto y han dado igual los audímetros y todo este tipo de cosas. Yo estoy bastante orgulloso de lo que ha pasado, ¡y eso que no estaba en la primera temporada! Aunque le puedo asegurar, sinceramente, que yo era fan de esta serie desde el principio.

También era 'ministérico'. H. S.: Sí, he sido 'ministérico' y lo sigo siendo. A lo mejor parece un poco de sobrado que lo diga ahora, pero es verdad. Antes de saber que iba a estar en esta serie, fantaseaba con qué personaje histórico me podría tocar. ¡Y no es una cosa que me pase solo a mí! ¡Tengo muchos compañeros que quieren hacer un 'cameo'!

¿En qué personaje en concreto pensaba? H. S.: Fantaseaba, pero no llegaba nunca a una conclusión. ¡Menos mal que Javier Olivares me sacó de dudas!

Y le metió en los años 80. H. S.: Es una época que me flipa y que contrasta mucho con la actual, sobre todo socialmente, y es una pena. Además, se llama Pacino, que es mi actor fetiche de toda la vida.

Por lo que dice, parece que prefiere los años 80 a la actualidad. H. S.: No es eso, pero creo que deberíamos mirar los 80 porque fue un momento en el que nos atrevimos, sobre todo, a ser como queríamos ser. Y ahora estamos totalmente a merced de lo que diga Instagram, de las modas, de lo políticamente correcto y de lo que digan los mercados. Pero eso no pasa solo en este país, sino en todo el mundo. Al final, poco a poco se va diluyendo nuestra personalidad. No digo que en los años 80 fueramos más españoles que nunca, pero sí que teníamos muy poca vergüenza.

N.F: Había menos filtros.

H. S.: Y, sobre todo, teníamos muy pocos complejos.

Javier Olivares dice que 'El Ministerio del Tiempo' no es una telenovela cuando le han preguntado por la relación de Amelia con Pacino y Julián. ¿Qué piensan ustedes? H.S.: Yo estoy con Javier en que otro de los valores de esta serie es que arriesga y no busca lo mismo de siempre… En este país, cuando una fórmula se pone de moda, todo el mundo lo hace igual. En cambio, esta serie se atreve todo el rato a probar cosas nuevas con todo tipo de tramas, incluso con las sentimentales. Además, el personaje de Amelia es muy potente, muy feminista, y tiene mucho que enseñarnos tanto a hombres como a mujeres. Se ha cuidado bastante esa trama para sorprender y no hacer las mismas fórmulas con las que funcionamos, que a veces resultan un poquito machistas o paternalistas...

N. F.: Rancias. Yo creo que lo de la tensión sexual no resuelta es algo que quedó muy atrás en la manera de contar las historias. Y aquí con Amelia lo que han hecho parece que sea revolucionario… Ella no es un sujeto pasivo, sino la que decide con quién va estar, por qué va estar con él y por qué lo va a dejar.

¿Qué cambiarían de la historia si pudieran? N. F.: Todo y, a la vez, nada, que es la premisa de la serie: nos podría ir mucho peor si cambiamos, así que vamos a dejarlo, porque más vale malo conocido…

H. S.: Yo no cambiaría nada, porque no sirve de nada pensar en lo que podría haber sido. De lo que te tienes que ocupar es del presente, ni siquiera del futuro. Está claro que hay que revisar nuestra historia y hay que ver nuestros fallos y cuándo la cagamos, pero sobre todo hay que mirar para adelante y vivir el presente. Yo no cambiaría nada, pero si tuviera la oportunidad de darme una vueltecita por ahí, un fin de semana en el Madrid de los años 80, lo haría a gusto.

N. F.: Yo he tenido suerte de irme de bolos haciendo teatro, pero me hubiera gustado hacer una gira con La Barraca, la compañía de Federico García Lorca, por los pueblecitos. Esos años 30 fueron el último momento de luz en el país, porque luego hubo un túnel bastante importante.

En esta tercera temporada, ¿no han echado de menos a su compañero Rodolfo Sancho? N. F: Rodolfo es un compañero muy generoso. Nosotros nos vamos encontrando, aunque no trabajemos juntos, y seguro que le va a ir muy bien. En la primera temporada vivimos muchas cosas juntos, y eso une mucho.

Hugo, ¿a usted no le dio pena no haber coincidido más con él? H. S.: Sí que me hubiera gustado haber coincidido más. Admiro su trabajo y creo que ha hecho un personaje básico para la historia de 'El Ministerio...' y del que seguimos bebiendo a día de hoy para construir tramas en nuestro imaginario.