No contenta con la pasta que le va a caer de la herencia de mamá, Carmen Martínez-Bordiú reclama también el ducado de Franco y la condición de grande de España. No me negarán que la buena señora tiene cuajo. Yo pensaba que, cuando tienes un abuelito tan adorable y querido por todos como el Caudillo, la prudencia te aconsejaba mantener un perfil bajo y no llamar mucho la atención. Vale que el título es de chichinabo -se lo inventó Juan Carlos I al principio de su reinado para echarle algo a la hija de su benefactor- y que los aristócratas de rancio abolengo lo deben de considerar de risa, pero aun así, no sé yo qué ha hecho la nietísima por España para merecer un título nobiliario, cuando otros que hicieron mucho más por el país se quedaron sin él.

Pienso en la gran Lola Flores, que se pasó años solicitándole a Franco que le concediera el marquesado de Torres Morenas y no hubo manera de que el otro tuviese un detalle con esa mujer que se presentaba voluntariamente en el Pardo para intentar entretenerle. Lo cual no debía de ser nada fácil si tenemos en cuenta que, como me comentó en cierta ocasión Rafael Argullol, la idea de la diversión que tenía el Caudillo consistía en pasar la noche delante de la tele mientras se zampaba un bocadillo de sobrasada. Y es que Franco no daba la talla ni como dictador. Un dictador que se precie organiza francachelas con alcohol, cocaína y putas y le regala a su primogénito un kalashnikov chapado en oro, ¡no pasa las veladas viendo a Franz Joham y mascando un bocata!

Lola Flores hizo mucho por España, por el flamenco y por la alegría de vivir, sola o en compañía del Pescaílla. A cambio, nunca le concedieron la medalla al mérito en el trabajo -«será que no me la he meresío», ironizaba ella mientras se fustigaba el pecho con un abanico-, Hacienda la empapeló por olvidarse de pagar impuestos -nunca nos entregó, lástima, sus prometidas memorias al respecto, tituladas La que pasé en el banquillo, chiquillo- y jamás logró que aquel gallego deprimente que debía convertir cualquier juerga flamenca en un funeral de tercera la nombrara marquesa de Torres Morenas.

¿No habrá llegado el momento de reivindicar a Lola Flores y montar una campaña para que se le otorgue el marquesado a título póstumo? ¿Dónde se meten las feministas y las asociaciones de memoria histórica cuando se las necesita? Mucho #MeToo, pero a Lola que la zurzan.