Matías Prats (Madrid, 1950) acaba de ser obtener el Premio Nacional de Televisión, que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. El veterano periodista deAntena 3 explica aquí sus sensaciones tras haber sido distinguido con este galardón que premia toda una trayectoria profesional como comunicador.

¿Qué sintió cuando supo que le habían dado este premio? Enorme sorpresa. Luego fui aceptando esta situación inesperada para mí, porque no sabía que podía estar entre los candidatos. No me lo había planteado en la vida. Pensaba que estaba reservado a gente de gran talento y con enorme enjundia televisiva. Una vez que el ministro me dijo que no había más remedio, lo acepté con agrado y orgullo.

¿Por qué cree que le han concedido este galardón? Seguramente porque no encontraron un candidato de consenso como yo. Habría personas que se lo merecían más, pero al final han debido de quedar apartados. En muchas ocasiones pasa eso, que el tapado logra el consenso. Sí que es cierto que el grado de conocimiento de mi persona es grande por mi larga trayectoria. Habrán valorado la supervivencia en un medio tan inestable y caprichoso como es la televisión.

¿No siente, cada vez que le dan un premio, que en cierta forma están premiando también a su padre? Esa pregunta está bien tirada. No me lo habían planteado nunca así. Cuando me enteré, mi primer pensamiento fue para mi padre. Seguramente que habríamos compartido los dos la incredulidad de que el joven Matías fuera premiado. Después sentí mucho que no pudiera estar conmigo para llevarse esta alegría, porque él fue el que más hizo por mi. Yo llevo en la genética, como mi hijo Matías, el respeto y cariño por esta profesión. Es posible también que la gente premie una forma de comportarse bastante recta, en el sentido de que no ha habido vaivenes ni veleidades y no he cogido camisetas o banderas. No me han identificado con nada ni con nadie, en cuanto a ideologías o colores futbolísticos. He sido siempre un tipo muy independiente y razonable a la hora de contar las noticias.

¿Se ve perteneciente a una raza de periodistas veteranos y curtidos en la vieja escuela que está en vías de extinción? No sé si identificarme con la vieja escuela, porque he tratado siempre de actualizarme. La evolución de mi padre no fue tan tangible como la mía. La modernización tecnológica la he ido abrazando y adaptándome a ella. En cambio, a mi padre su vieja escuela le acompañó hasta el fin de sus días.

Su trayectoria demuestra que un periodista deportivo puede acabar presentando el telediario, ¿no? Bueno, yo empecé en la información pura y dura. El pase a deportes fue por las circunstancias de TVE. Lo que sí es extraño es que haya podido compatibilizar las dos cosas. Eso sí que es inédito en la tele. Que me hayan seguido permitiendo compaginar las dos facetas informativas. Yo creo que eso me ha venido incluso bien porque me ha suavizado la imagen, que suele ser más dura, rigurosa y trascendente en el informativo. En deportes es más dulce y dúctil.

¿Corren buenos tiempos para el periodismo o todo se está complicando mucho por la irrupción de las redes sociales e internet? Lo que hay que saber es sacarle partido y no enfrentarse a ellas, porque es una guerra perdida, sobre todo para la prensa escrita. Yo soy muy fiel a los periódicos impresos. Para mi no hay mayor placer que por la mañana coger mi café y mi periódico de papel, al margen de que después abra mi Ipad. El papel sigue teniendo vida porque no creo que se haya extinguido. Los periódicos de EEUU siguen vivos y han sabido buscar aliados en las nuevas tecnologías

¿No es una faena para su hijo haber tenido un padre como usted, al igual que lo fue para usted ser hijo del gran Matías Prats? Es un faenón. Pero tiene un doble sentido. Por un lado está la comparativa. Cuando empecé mi padre era el número uno indiscutible, el maestro. Entonces aparece el chaval con un bagaje tan paupérrimo como el mío y salía perdiendo. Pero como era tan jovencillo, moderno y con esa melena me lo perdonaban. Encontré el perdón de la gente en esos primeros años. Lo que he tenido muy presente yo es que hay cotas inalcanzables, al menos para mí. Yo soñaba con poder vivir de esta profesión, pero nada más. Para mi era un regalo encontrar continuidad y poder trabajar en esto viajando para cubrir la información de los Reyes, Wimbledon, Rolan Garros, Juegos Olímpicos… Tener a un número uno tan cerca siempre me situó en mi verdadero lugar: hacerlo lo mejor posible y punto. Por ese lado me ha venido muy bien. Jamás me he creído más de lo que realmente era. Y no he cambiado. Mi hijo tendrá que enfrentarse a todo esto también, pero él sabe que el abuelo era inalcanzable y que nosotros hemos tenido la posibilidad de emplearnos con un nombre que ya es una patente de marca y que nos ha abierto muchas puertas. Lo que hay que conseguir es no estropearlo.

¿Se siente más querido que imitado, menos querido que imitado o las dos cosas por igual? Supongo que me siento imitado, porque lo he podido comprobar. Hace un rato estaba hablando por la radio con Carlos Latre y estoy convencido de que más de un oyente habrá tenido dudas de quién era cada cual. Era igual, igual. Normalmente las imitaciones suelen ser bastante bondadosas conmigo y me tratan con cariño y respeto. ¿Lo de querido? Sería petulante decir que soy querido, pero sí es cierto que yo quiero mucho a mis compañeros.

¿Le hacen gracia sus imitadores? Sí, me hacen sonreír. Son muy buenos artistas. Y además en esta vida bastantes disgustos te llevas como para prescindir de la posibilidad de esbozar una sonrisa. Carlos Latre y otros imitadores me tienen muy, muy pillado.También es verdad que tienen la posibilidad de entrenarse diariamente.

¿Qué le queda por hacer? Nada. Hacer el día a día y mejorar lo que hago. Y quizás afrontar algún reto inesperado, porque en este mundo de la tele no sabemos qué nos depara el mañana. Mientras sigan confiando en mi trataremos de estar a la altura.

¿Qué premio le haría ilusión recibir? Ya no. Este me ha sorprendido mucho y está por encima de mis posibilidades reales. En ese capítulo ya voy excesivamente bien servido. No aspiro a nada más. Solo a que el espectador siga viendo con cierto agrado esos comentarios irónicos con los que trato de que esbocen una sonrisa donde normalmente no se ofrecen.

¿Qué tal van tus problemas con la retina? Bien. Además le he sacado buen partido porque como nunca había estado de baja en 40 años de televisión pues ahora disfruto más de tener salud. Hasta que no se quebranta, no le das la importancia real que tienen. Aunque he pasado una experiencia un tanto durita, nos hemos puesto otra vez en valor.

¿Quién cree que ganará la Champions? Estoy convencido de que el que gane la semifinal Real Madrid-Atlético alzará la copa este año. La ganará un equipo español.

¿Cómo ha visto al Barça en esta Champions? Muy irregular. Este miércoles, el Paris Saint Germain le metió cinco al Mónaco y en el partido de ida contra el Barça le desarboló. Luego el Barça se tomó cumplida venganza con esa memorable, fantástica e inolvidable remontada. Pero, otra vez, ser golpeado de aquella manera ante la Juve era tentar demasiado a la suerte. De todos modos, sigue muy vivo en la Liga después del 2-3 en el Bernabéu y está en la final de la Copa. Lo que pasa es que teniendo al número uno del mundo tiene que aspirar cada año a todo.