Michael Moore tiene la capacidad de poner de los nervios a los núcleos de poder de EEUU. Pero el documentalista y activista tiene que pagar un precio por haberse convertido en la bestia negra de la política y la economía de su país. Él apunta muy alto en sus críticas. A la vez, se convierte en diana. Y acaban de dispararle.

Ayer se supo que el Departamento del Tesoro ha abierto una investigación civil para estudiar si puede multar a Moore por haber violado el embargo de EEUU con Cuba. Le acusan de haber llevado a la isla a ciudadanos estadounidenses, un viaje no permitido por las autoridades.

Para entender la polémica es importante saber que el autor de Bowling for Columbine y Farenheit 9/11 acaba de terminar un documental titulado Sicko, en el que denuncia el sistema de sanidad de EEUU. La película, según un comunicado de su productora, "dejará en evidencia a las corporaciones que ponen los beneficios por delante del cuidado de los enfermos y a los políticos que solo se interesan por el dinero". El documental --del que Moore enseñó avances en el festival de Toronto-- se estrenará en Cannes el 19 de mayo y llegará a las salas norteamericanas el 29 de junio.

Para filmar uno de los fragmentos de la película, según ha explicado a Associated Press un trabajador implicado en su distribución, Moore viajó en marzo a la isla y se llevó con él a una decena de trabajadores que participaron en las tareas de rescate en la zona cero tras el 11-S. Al igual que otros cientos de personas involucradas en esos trabajos de rescate y limpieza en Nueva York también tienen problemas de salud.

Una de las denuncias que llevan años haciendo esos trabajadores y sus defensores es que las autoridades no han querido asumir responsabilidades por los males que les produjo trabajar sin protección y en condiciones insalubres. Según el empleado que ha hablado con AP, los trabajadores que viajaron con el cineasta a Cuba recibieron allí tratamiento médico.