El negocio de Alexis Noriega es literalmente dar alas a la gente y entre su clientela hay tanto figuras del espectáculo y la moda, Lady Gaga incluida, dispuestas a pagar hasta 6.000 dólares (5.054 euros) por un par, como personas corrientes que se disfrazan de ángeles o superhéroes en Hallowen y Carnaval.

Noriega, de 31 años, fundó hace cuatro años The Crooked Feather (La pluma torcida), un negocio dedicado exclusivamente a la confección de alas por encargo, que primero funcionó por internet y hoy tiene un local-taller en Tempe (EEUU).

Amante de las aves y sus plumas desde niña, esta artesana puede lograr que las alas que crea brillen, tengan luces y colores, se muevan y casi cualquier otra cosa salvo, por ahora, hacer volar al que se las ponga. El encargo más caro que ha recibido hasta ahora fue por 6.000 dólares, pero «hay alas que cuestan alrededor de 800 dólares» (673 euros), todo depende de «lo que quiera el cliente», dijo a Efe Noriega. La empresaria, que distribuye de forma personalizada hacia diferentes confines del mundo, está complacida de haber alcanzado el éxito con una idea poco al uso. «Cuando era niña siempre me sentí atraída por las aves; me gustaban los pericos, los búhos, las gallinas, los patos, en resumen los animales que portaran plumas. Amo mucho a las aves, por eso decidí crear mi primer set de alas», explica Noriega.

Primero abrió su negocio en internet como una manera de ganarse un dinero extra desde su casa y hace unos meses estableció su taller en Tempe, donde también recibe clientes.

Consiguió, a base de motores, que las alas tuvieran movimiento. Actualmente el trabajo de Noriega es reconocido por bailarines, modelos, músicos y en ferias y convenciones. También tiene clientes que quieren ser el doble de su súperhéroe favorito y no dudan en pedir las alas de un X-Men. Su fama ha llegado lejos y celebridades como Lady Gaga y el cantante, compositor y productor R. Kelly han solicitado sus servicios. «En Halloween pasado no dormí de tantos pedidos. No paraba con la cantidad de alas que me pedían para personajes y disfraces», recuerda la artesana.