Pau Pérez, el ingeniero de Vilafranca del Penedès asesinado por el terrorista que atentó en La Rambla de Barcelona para robarle el coche con el que huyó, fue "pieza esencial" en la ayuda humanitaria tras el terremoto de Haití en el 2010.

Así lo ha recordado hoy la ONG Aldeas Infantiles SOS, para quien trabajó como cooperante Pérez, que llegó a Haití dos meses después de que el terremoto de enero del 2010 se llevase la vida de miles de personas. Llegó en febrero del 2010 y estuvo hasta mayo. Además, su compromiso con aquel país no acabó allí sino que dos años después, de febrero a junio del 2012, volvió con otra ONG, Pasaporte para la Cooperación.

Pérez llegó a Haití con 27 años como jefe de mantenimiento en programas de emergencia para las víctimas del desastre de Aldeas Infantiles y contribuyó a la creación de 112 puntos de distribución de alimentos que atendían a casi 25.000 personas al día, ha informado la ONG. Además, en la Aldea Infantil SOS de Santo, en Puerto Príncipe, supervisó los trabajos de los técnicos de la construcción, electricidad y fontanería.

Edzer Jacques, uno de los jóvenes que vivía en la Aldea, ha recordado que "Pau se familiarizó con los trabajadores y habitantes de la Aldea y sabía los nombres de cada una de las personas. Con los jóvenes hablaba de todo, jugaba muy bien al fútbol, era chistoso y amable. Quienes le conocieron allí no olvidan su talante humano y afectuoso", explica en su Facebook.

TRABAJO CON NIÑOS

La ONG ha asegurado que los jóvenes y los trabajadores de Aldeas Infantiles SOS de Haití lloran estos días la muerte de Pau Pérez y recuerdan "su generosidad y la ayuda prestada al pueblo haitiano". Y ha lamentado su pérdida como también ha hecho públicamente Pasaporte para la Cooperación, una ONG que se constituyó para dar soporte a los niños de Haití.

"Pau era la persona perfecta para esta labor, le sobraba humanidad y humildad a la vez que sus conocimientos técnicos le permitían enfrentarse a casi cualquier tipo de situación. Además, era una de las personas más trabajadoras y perseverantes que hemos conocido. Cruzaba fronteras para dar ilusión, esperanza y futuro. Así vivía su vida", recuerda Pasaporte.