Este viernes es el Día de la Marmota. Como cada año, estos roedores saldrán de sus madrigueras en EE UU y Canadá y, según la creencia popular, determinarán cuánto durará aún el invierno. Aunque este método no posee ninguna validez científica, ciertos pájaros, anfibios, insectos y peces sí tienen su peculiar modo de percibir los cambios de tiempo en su propio beneficio minutos u horas antes.

Cada 2 de febrero, la más famosa de las marmotas, Phil, del pueblo Punxsutawney en EE UU, interrumpe su hibernación y sale de su madriguera. Según las creencias populares, su reacción inmediatamente posterior ayudará a predecir la duración de lo que queda de invierno. ¿Cómo? Si el día está nublado y el animal no ve su sombra, el invierno terminará pronto; pero si la ve, vuelve a introducirse en su agujero porque el frío se alargará seis semanas más.

Como Phil, cientos de estos pequeños mamíferos salen cada invierno de sus madrigueras para celebrar el Día de la Marmota en EE UU y Canadá. Pero aunque la tradición está muy arraigada en numerosas localidades norteamericanas, la fiabilidad del estrambótico ‘método’ de predicción deja mucho que desear a nivel científico.

"En general, la mayoría de las creencias meteorológicas no tienen una base real. El famoso Día de la Marmota en algunos lugares de EE UU y Canadá o los lugares que eligen los osos para hibernar, entre otros, que supuestamente predicen el tiempo durante el invierno, son todas creencias falsas", declara Juan Antonio Fargallo, investigador en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) de Madrid, dejando zanjada cualquier posible duda al respecto.

Variación en la presión atmosférica

Según el científico, los animales no pueden predecir el tiempo que va a hacer en invierno o en verano o a largo plazo. Pero, aunque las predicciones del Día de la Marmota responden a supersticiones, el comportamiento de animales y humanos puede variar en función de los cambios de temperatura y precipitación con respuestas fisiológicas más o menos rápidas, es decir, a muy corto plazo.

Para Fargallo se trata de una respuesta a las condiciones presentes: "Se tiene poca capacidad de anticiparse al tiempo climático que se avecina. La naturaleza caótica de la meteorología, altamente impredecible, impide que puedan crearse adaptaciones en los animales para predecir el tiempo climático", asegura.

Pero si se tienen en cuenta algunos factores, ciertos animales sí son capaces de percibir la variación en la presión atmosférica. "Los fenómenos que generan bajas presiones, como tormentas o huracanes, pueden ser percibidos por los animales, pero solo minutos u horas antes", detalla el experto del departamento de Ecología Evolutiva.

En este caso, los animales se han adaptado a reaccionar con unas horas de anticipación a condiciones ambientales que pueden afectar a la disponibilidad de alimento o a su capacidad para mantener sus condiciones internas es estado óptimo (homeostasis). La huida, el cobijo o comportamientos alimentarios diferentes son señales de que se están anticipando de alguna manera, y estas conductas varían en función de cada grupo animal.

Las aves y los insectos se protegen

La llegada de tormentas puede suponer un grave desafío a los pájaros. La bajada de temperaturas y los vientos más bajos pueden aumentar su gasto energético e inhibir la búsqueda de alimento. Para evitar estos riesgos e incrementar sus posibilidades de supervivencia, uno de los mecanismos que las aves emplean es la detección anticipada de la presión atmosférica, que disminuye con las inclemencias del tiempo.

En las especies de aves que se alimentan de insectos en el aire, como los vencejos, golondrinas, aviones y chotacabras, se ha observado además que en los momentos previos a las tormentas vuelan más bajo. Esto se debe a que los insectos también perciben la variación de presión, y "se mantienen más cerca de la vegetación para buscar refugio y evitar los vientos más fuertes que se generan en las capas más altas del aire", subraya el experto.

Otros animales, como los anfibios, son sensibles a las precipitaciones. "En algunas especies de ranas y sapos se ha detectado un incremento en la frecuencia de canto en las horas previas a la llegada de lluvias", cuenta el científico.

Los peces, por mareas

Si para los animales terrestres la presión atmosférica es un indicador del cambio de tiempo, en los peces es vital la detección de la presión hidrostática para anticiparse a las subidas o bajadas de mareas que podrían dejarles atrapados en las charcas. Por ello, muchas especies de peces litorales han desarrollado unos órganos como las células ciliadas del aparato vestibular del oído interno, sensibles a los cambios de presión.